Después de Los Simpsons salieron
estos. Eran una suerte de mascotas de la MTV que representaban lo a
la deriva que estábamos las nuevas generaciones. ¡Y tanto!
Yo no me identificaba nada con estos
dos tuercebotas. ¿Qué carajo tenía yo que ver con estos dos
elementos? Yo sólo quería que mis amigos dejasen de escuchar heavy
metal para dedicarme a lo que a mi verdaderamente me interesaba, el
pop melódico. Pero que si quieres arroz, Catalina.
Juan, ¿qué hacías tú con unos
tipejos que escuchaban heavy metal si a ti lo que te interesaba era
el pop melódico? ¡Ah! ¡Buena pregunta! No creas que no me la he
hecho muchas veces. La respuesta es sencilla: estos retrasados
mentales me caen bien. Son la quintaesencia de la barbarie pero,
créeme, la gente que escucha pop melódico es la más aburrida del
planeta. Nunca se pelean, nunca usan palabrotas. Y a mi lo que me
interesa son las palabrotas, el reverso oscuro, y divertido, del pop
melódico.
Cuando llegues a mi nivel de elevación
espiritual, comprenderás sin que yo te lo explique que lo más alto
y lo más bajo son la misma cosa, sólo los distingue el nivel de
suciedad que los cubre. La suciedad no es impura, ya que existe, lo
impuro es fingir que no existe. Una persona verdaderamente pura no
lucha contra la suciedad, porque entiende que no tiene nada de malo,
aunque sea molesta.
Jesús, cuando le preguntaban si debían
o no comer carne, decía que no es por la boca por donde entra
aquello que mancha nuestros corazones. Me da rabia que otro tipo haya
explicado mucho mejor de lo que lo podría hacer yo aquello que os
estoy contando aquí, pero así es. Jesús comía cordero y bebía
vino como el más burdo de la pandilla. Porque entendía que esa no
era la clave de la cuestión.
Jesús a quién no podía ver es a los
fariseos. A esos sí que no los soportaba. Esos estaban llenos de
mierda pero por fuera fingían que estaban limpios. A mi me pasa lo
mismo, esa puta gentuza debería ser tiroteada sin compasión. Ese es
el máximo nivel de impureza, ser tan bueno o malo como cualquiera
pero fingir que estás por encima del barro. Eso sí que no lo
soporto. Eso si que me saca de mis casillas, como a Jesús, que se
cargó un mercadillo que tenían montado en el templo. ¡Farsantes!
¡Largo de la casa de mi padre!
No, a la pureza no se llega escuchando
pop melódico. Escuchar pop melódico es consecuencia de la pureza,
no la causa. Mientras mires por encima del hombro a Beavis &
Butt-Head no tendrás ni puta idea de qué se trata eso de la pureza.
La pureza es estar con los demás, en maravillosa comunión, sin
juzgar si este come cordero o es vegano. ¿Ves? Ni siquiera el Word
reconoce la palabra vegano. Eso es porque esa palabra no tiene ni
pies ni cabeza.
Si tienes miedo de la mierda es porque
de puro tú no tienes nada. Si lo fueras, un campo de fuerza te
protegería de la suciedad y podrías moverte entre ella tan
campante, como yo me movía en La Criatura, el bar heavy más heavy
en el que yo he tenido el disgusto de estar. Tus anhelos de pureza
son sólo eso, anhelos, pero anhelar una cosa significa que no la
posees, porque si no no la anhelarías.
Así que, querido amigo gay, déjate de
pamplinas. Cómete un buen kebap, agita la cabeza y finge que tocas
la guitarra eléctrica como Beavis & Butt-Head. Porque ese es el
camino, y no otro.