lunes, 24 de octubre de 2016

The Beavis and Butt-Head Experience


Después de Los Simpsons salieron estos. Eran una suerte de mascotas de la MTV que representaban lo a la deriva que estábamos las nuevas generaciones. ¡Y tanto!


Yo no me identificaba nada con estos dos tuercebotas. ¿Qué carajo tenía yo que ver con estos dos elementos? Yo sólo quería que mis amigos dejasen de escuchar heavy metal para dedicarme a lo que a mi verdaderamente me interesaba, el pop melódico. Pero que si quieres arroz, Catalina.

Juan, ¿qué hacías tú con unos tipejos que escuchaban heavy metal si a ti lo que te interesaba era el pop melódico? ¡Ah! ¡Buena pregunta! No creas que no me la he hecho muchas veces. La respuesta es sencilla: estos retrasados mentales me caen bien. Son la quintaesencia de la barbarie pero, créeme, la gente que escucha pop melódico es la más aburrida del planeta. Nunca se pelean, nunca usan palabrotas. Y a mi lo que me interesa son las palabrotas, el reverso oscuro, y divertido, del pop melódico.


Cuando llegues a mi nivel de elevación espiritual, comprenderás sin que yo te lo explique que lo más alto y lo más bajo son la misma cosa, sólo los distingue el nivel de suciedad que los cubre. La suciedad no es impura, ya que existe, lo impuro es fingir que no existe. Una persona verdaderamente pura no lucha contra la suciedad, porque entiende que no tiene nada de malo, aunque sea molesta.

Jesús, cuando le preguntaban si debían o no comer carne, decía que no es por la boca por donde entra aquello que mancha nuestros corazones. Me da rabia que otro tipo haya explicado mucho mejor de lo que lo podría hacer yo aquello que os estoy contando aquí, pero así es. Jesús comía cordero y bebía vino como el más burdo de la pandilla. Porque entendía que esa no era la clave de la cuestión.


Jesús a quién no podía ver es a los fariseos. A esos sí que no los soportaba. Esos estaban llenos de mierda pero por fuera fingían que estaban limpios. A mi me pasa lo mismo, esa puta gentuza debería ser tiroteada sin compasión. Ese es el máximo nivel de impureza, ser tan bueno o malo como cualquiera pero fingir que estás por encima del barro. Eso sí que no lo soporto. Eso si que me saca de mis casillas, como a Jesús, que se cargó un mercadillo que tenían montado en el templo. ¡Farsantes! ¡Largo de la casa de mi padre!

No, a la pureza no se llega escuchando pop melódico. Escuchar pop melódico es consecuencia de la pureza, no la causa. Mientras mires por encima del hombro a Beavis & Butt-Head no tendrás ni puta idea de qué se trata eso de la pureza. La pureza es estar con los demás, en maravillosa comunión, sin juzgar si este come cordero o es vegano. ¿Ves? Ni siquiera el Word reconoce la palabra vegano. Eso es porque esa palabra no tiene ni pies ni cabeza.


Si tienes miedo de la mierda es porque de puro tú no tienes nada. Si lo fueras, un campo de fuerza te protegería de la suciedad y podrías moverte entre ella tan campante, como yo me movía en La Criatura, el bar heavy más heavy en el que yo he tenido el disgusto de estar. Tus anhelos de pureza son sólo eso, anhelos, pero anhelar una cosa significa que no la posees, porque si no no la anhelarías.

Así que, querido amigo gay, déjate de pamplinas. Cómete un buen kebap, agita la cabeza y finge que tocas la guitarra eléctrica como Beavis & Butt-Head. Porque ese es el camino, y no otro.