Este disco me lo compré en Yunque, esa
tienda de segunda mano de Madrid que está un poco carilla, para ser
de segunda mano.
Yunque es una tienda de segunda mano de
autor. Por eso cuando entras el dependiente no te quita ojo, a ver si
vas a manchar con tus sucias manos sus excelentes discos usados. A
los autores no nos gusta nada que el vulgo ponga sus patazas sobre
nuestros refinamientos. Trabajamos para el público, a pesar del
público.
Tenemos muy mala hostia. Somos muy
orgullosos. Somos intratables. Vemos a todo el mundo por debajo de
nosotros y consideramos que ese es el orden natural del universo. Si
nos encontramos a alguien parecido a nosotros concluimos rápidamente
con que es un farsante y seguimos nuestro camino.
No, y no trates de convencernos de lo
contrario, porque ya hemos dictado sentencia. Nuestras sentencias son
irrevocables. Por eso somos peligrosos e inofensivos a la vez.
Lo nuestro es lo mejor y no hay nada
más que hablar. Si a otro le va bien es, sin duda, a causa de la
suerte y de la injusticia que rige este mundo. De ser este un mundo
normal nosotros viviríamos en un palacio de oro y todos los demás
en chabolas aledañas. Y, quizás, un par de veces al día,
tiraríamos por la ventana unas raspas de carísimo pescado para que
coman nuestros semejantes aquello que se merecen.
En definitiva, somos iguales que tú
sólo que nosotros lo decimos. No somos tan osados como para
ocultarnos detrás de la falsa humildad. No tenemos tanta cara dura
como para ir de buenos cuando somos alimañas. Eso está reservado
para ti, que además de una alimaña eres una serpiente.
¿Para qué tanta obra de teatro? Si el
guión lo repartían a la entrada. Todos sabemos cómo va a terminar
esto. Sin embargo, tú te empeñas en seguir fingiendo que eres lo
que no eres ni en broma y yo, que estoy cansadísimo, pero
cansadísimo, tengo que hacer como que no me doy cuenta de tus
pamplinerías. Esa máscara que llevas me está empezando a resultar
irritante. No te la arranco de un zarpazo porque me da más sádico
placer ver cómo se descompone poco a poco sobre tu rostro.
Vamos, que a lo que voy: que no toques
mis discos. Que eres demasiado poco para ellos. Que no los toques.
Que no los toques te digo.