lunes, 24 de octubre de 2016

We are The Pipettes


Este disco es de la gran época del molar, cuando molar era todo lo que se hacía y nadie pensaba en Crisis alguna. Los perros se ataban con longaniza y de las fuentes salía miel.


Todos leíamos The Cobra Snake para saber cómo se molaba en la costa oeste de Estados Unidos y I Can Teach You How To Do It para saber cómo se hacía en Barcelona. De Madrid no leíamos nada porque nosotros éramos los que decíamos cómo se mola en Madrid. Nadie nos podía venir a dar lecciones.

Sin embargo, molar en absoluto es un asunto superficial. Molar es la cosa más seria del mundo. Un señor de 60 años que mola no le verás con el pelo pintado de azul y gafotas como con persiana, lo verás rectamente tomando algo en la cafetería Nebraska. Es decir, alguien que mole de verdad está a las duras y a las maduras.


No puedes molar mucho y durante el Apocalipsis dedicarte a bailar como una marica loca por las calles de Madrid. Eso no es molar, eso es dar asco. Eso es hacer oposiciones al paredón. No, no, no, hijo, estás muy equivocado sobre lo que es molar. Deja que papá de explique. De momento, para quieto. Para quieto, te digo.

Un Verdadero Molón durante el Apocalipsis hace lo que hace Noé durante el diluvio: coger una pareja de cada especie y salvarla. Eso es lo que hace un Verdadero Molón. Asumir sus responsabilidades. Un Verdadero Molón sabe que está tocado por la Vara de Dios, y si ha de rescatar gente de entre la lluvia de meteoritos lo va a hacer. Un Verdadero Molón sólo pasa modelos cuando las aguas están tranquilas. Cuando llega la guerra es el primero en entrar a filas.


Mientras las maricas locas bailaban por Gran Vía, los Verdaderos Molones estábamos sacando gente de debajo de los escombros. Ayudando a cada trozo de mierda que se nos cruzaba en nuestro camino, porque hay que ver qué trozos de mierda más lirondos campan por ahí. Sin embargo, aunque nauseabundos, también son mis hermanos, así que hay que ayudarles, me provoquen o no arcadas.

Y no sólo eso: no te decíamos ni media. Si nos veías con nuestro uniforme militar nos inventábamos una historia para no darte explicaciones, porque los Verdaderos Molones no damos explicaciones a nadie. Las medallas son una cosa muy íntima y no te las vamos a ir restregando por la cara, como los molones falsos. Te decíamos que tal, que cual, que esto o lo de más allá. Lo que sea para que te largases por donde habías venido y nos dejases seguir con nuestra colosal tarea.


En definitiva, molar es una cosa muy seria. Nada tiene que ver con ropa o música. Bueno, sí, pero cuando toca. Cuando no toca no puedes andar comprando ropa o escuchando discos. Eso sería impostura, y la impostura es la antítesis de molar. Molar es decir siempre la verdad, molar es andar el recto camino. Molar es ser ese tipo al que los niños respetan porque ven que no es un puto farsante, como ese otro de más allá, que va de tal cuando es cual. Los molones sabemos que la mierda huele tan bien como las flores si eso significa confesar la verdad.

Y la verdad es que yo molo mucho. ¿Para qué te voy a engañar?