Este disco es de la gran época del
molar, cuando molar era todo lo que se hacía y nadie pensaba en
Crisis alguna. Los perros se ataban con longaniza y de las fuentes
salía miel.
Todos leíamos The Cobra Snake para
saber cómo se molaba en la costa oeste de Estados Unidos y I Can
Teach You How To Do It para saber cómo se hacía en Barcelona. De
Madrid no leíamos nada porque nosotros éramos los que decíamos
cómo se mola en Madrid. Nadie nos podía venir a dar lecciones.
Sin embargo, molar en absoluto es un
asunto superficial. Molar es la cosa más seria del mundo. Un señor
de 60 años que mola no le verás con el pelo pintado de azul y
gafotas como con persiana, lo verás rectamente tomando algo en la
cafetería Nebraska. Es decir, alguien que mole de verdad está a las
duras y a las maduras.
No puedes molar mucho y durante el
Apocalipsis dedicarte a bailar como una marica loca por las calles de
Madrid. Eso no es molar, eso es dar asco. Eso es hacer oposiciones al
paredón. No, no, no, hijo, estás muy equivocado sobre lo que es
molar. Deja que papá de explique. De momento, para quieto. Para
quieto, te digo.
Un Verdadero Molón durante el
Apocalipsis hace lo que hace Noé durante el diluvio: coger una
pareja de cada especie y salvarla. Eso es lo que hace un Verdadero
Molón. Asumir sus responsabilidades. Un Verdadero Molón sabe que
está tocado por la Vara de Dios, y si ha de rescatar gente de entre
la lluvia de meteoritos lo va a hacer. Un Verdadero Molón sólo pasa
modelos cuando las aguas están tranquilas. Cuando llega la guerra es
el primero en entrar a filas.
Mientras las maricas locas bailaban por
Gran Vía, los Verdaderos Molones estábamos sacando gente de debajo
de los escombros. Ayudando a cada trozo de mierda que se nos cruzaba
en nuestro camino, porque hay que ver qué trozos de mierda más
lirondos campan por ahí. Sin embargo, aunque nauseabundos, también
son mis hermanos, así que hay que ayudarles, me provoquen o no
arcadas.
Y no sólo eso: no te decíamos ni
media. Si nos veías con nuestro uniforme militar nos inventábamos
una historia para no darte explicaciones, porque los Verdaderos
Molones no damos explicaciones a nadie. Las medallas son una cosa muy
íntima y no te las vamos a ir restregando por la cara, como los
molones falsos. Te decíamos que tal, que cual, que esto o lo de más
allá. Lo que sea para que te largases por donde habías venido y nos
dejases seguir con nuestra colosal tarea.
En definitiva, molar es una cosa muy
seria. Nada tiene que ver con ropa o música. Bueno, sí, pero cuando
toca. Cuando no toca no puedes andar comprando ropa o escuchando
discos. Eso sería impostura, y la impostura es la antítesis de
molar. Molar es decir siempre la verdad, molar es andar el recto
camino. Molar es ser ese tipo al que los niños respetan porque ven
que no es un puto farsante, como ese otro de más allá, que va de
tal cuando es cual. Los molones sabemos que la mierda huele tan bien
como las flores si eso significa confesar la verdad.
Y la verdad es que yo molo mucho. ¿Para
qué te voy a engañar?