Hugo Weaving tiene el honor de haber
participado en tres clásicos modernos: Matrix, El Señor de los
Anillos y Priscilla. Con ese curriculum se puede ir a Boston y no
pagar las putas.
El curriculum es una cosa muy curiosa.
A mi no me gusta sacar medallas, quizás porque soy muy soberbio y
desprecio al que no me ve todo lo que me tiene que ver en los ojos.
Si no me has mirado a la cara y ya has visto todo lo que hay que ver
soy yo el que no quiero trabajar para ti. Así me las gasto. Un
dandy, yo.
Soy un tirano, un déspota. Desprecio a
la gente que necesita mirar curriculums, como a la gente que necesita
leer libros para saber si son buenos o malos, cuando basta, sin
ningún problema, con mirar la portada.
Sin embargo, como el desprecio
envenena, tampoco me gusta tirar mucho de él. Así que paso por alto
las cualidades discretas de la gente y me centro en las más
interesantes. Hay gente que es tonta como un zapato pero fiel como un
perro. Así que me quedo con su fidelidad, con su alta fidelidad, y
paso por alto su tontería.
Hay otra que, igualmente, es tonta como
un zapato pero es encantadora, su sola presencia hace que se ilumine
la habitación, como un gatito mimoso. Así que paso por alto su
tontería y me quedo con su luminescencia.
Yo soy el listo. En el grupo, en el que
está el hábil, el fuerte y el astuto, yo soy el listo. Por eso la
gente lista, bueno, bien, pero no me resulta crucial. Vamos, que yo
ya tengo suficiente de eso. No necesito más. Por eso me quedo con
los tontos fieles y luminosos, porque aportan a mi vida cualidades
que también necesito, no sólo la inteligencia.
De una casa, yo soy el televisor 4K.
Soy el centro de la casa, donde todo el mundo mira. Pero una casa no
puede estar sólo compuesta de televisores 4K. También necesita una
lavadora, una nevera y un bidé. En el bidé te lavas los pies y te
limpias el ano los días de fiesta. La nevera te provee de alimento y
la lavadora te lava los calzoncillos, esos que tú has manchado con
tu ano sucio antes de lavarlo en el bidé.
Así que me rodeo de esos aparatos.
Total, otro televisor 4K no voy a encontrar, y no sería tan clave
como a priori uno podría pensar. ¿Cuántos televisores 4K necesita
una casa? Si tienes uno date con un canto en los dientes.
Es casi mejor buscarme un buen bidé.
Donde uno se pueda lavar el culo alegremente, mientras fuera hace
frío, con agua caliente. Vale que con un bidé no es lo mismo que
hablar con Noam Chomsky, pero ¿quién quiere hablar con Noam
Chomsky? Le acabaría superando a los diez minutos. Y me volvería a
sentir frustrado. Así que vamos a centrarnos en el bidé, que da más
gusto en el culo que cualquier intelectual.