lunes, 31 de octubre de 2016

Nika y Marey I´m every woman


Aprovechando que OT se reencuentra, saquemos este disco de mierda que me dieron en el McDonald´s


Si quieres pasar una jornada buena en este mundo, antes de hacer cualquiera de esas cosas indeseables que podrías hacer si no, puedes coleccionar merchandising. Es una cosa bonita, con significado y que las marujas no lo entienden. Algo estupendo.

Si a una maruja le llegas y le enseñas el muñeco que te han regalado en el McDonald´s no lo entenderá, porque ella ha olvidado qué es ser niña y se cree que la vida sólo son obligaciones. Te mirará extrañada, aunque dentro de ella existe una pulsión de abrazar ese muñeco, como existe dentro de todos.


La inteligencia y utilidad social de las personas depende de forma directamente proporcional al caso que hagan de esa pulsión. Si no le hacen caso puede ser por dos cosas, por falta de formación o por falta de inteligencia innata. Sea como sea alguien que haga caso omiso a esa pulsión es socialmente despreciable, lo que se dice un peso muerto.

Con las marujas también se puede hacer dos cosas: recuperarlas o dejarlas ir, allá que se maten. Si responden con agradecimiento a su mentor como buenas alumnas, sumisas y obedientes, recibirán la formación que necesitan. De no ser así recibirán una tibia caricia envenenada, mientras les sueltas la correa y las mandas hacia su muerte segura, ya que dependen de sí mismas.


He de admitir que también depende de su candor. Una mascota con alto candor tiene menos probabilidades de ser abandonada en una gasolinera. Con las marujas funciona el mismo principio.

Sea como sea, dejando de lado aspectos formativos, las marujas son unas mascotas estupendas. Para mi son como gatos, mis mascotas preferidas. Sí, son un poco displicentes, desagradecidos a veces, pero el gusto que da achucharlos compensa esos conatos de animalidad. Tiene hasta gracia, o al menos es una forma de mirarlo cuando te entran ganas de largarlas por la puerta.


El día de tu triunfo será cuando tu maruja empiece a jugar, ella solita, sin su correa, con los juguetes del McDonald´s sentadita en la alfombra. ¡Qué día de gran celebración! ¡Qué alto honor se le ha concedido! ¡Hoy como premio podrá hacerte tu cena, dando saltitos!

Y es que hay que aguantarlas. Porque el premio final es enorme.