Esta es una promoción de Camel, si no
recuerdo mal. No me he metido en la página porque hay que registrase
y me da superpereza registrarme en webs. Pero me da que es como
aquella promo de Fortuna de cuando yo estaba en la universidad, que
ibas acumulando puntos por paquetes comprados y luego canjeabas esos
puntos por regalos.
El nombre lo dice todo, Icons
Collection. Será una colección de iconos, digo yo. Una colección
de iconos de la cultura pop, tal vez.
¿Alguna vez has sido un icono? Yo sí,
muchas veces. Es algo que me espanta ser. Todo el mundo mira para ti
esperando que les des la respuesta cuando la respuesta está dentro
de sí mismos. Es un trabajo que no sólo no me gusta, sino que
además no lleva a ninguna parte.
Yo no puedo liderar nada. No, no me
entiendas mal, no es por falta de capacidad. Es precisamente lo
contrario, por exceso. Al tener tanta, tanta, tanta capacidad me doy
cuenta que el liderazgo es un error. Nadie puede decirle a la gente
“haz esto” o “haz lo otro” porque nadie sabe lo que pasa en
la intimidad de esa persona. Quizás sea vago porque tiene un
problema. Quizás no pare quieto porque tiene un problema. Quizás
sea tan raro porque tiene problemas.
Yo no puedo pasar alegremente por
encima de esos problemas para llevar a los demás a un parnaso que se
me ha pasado a mi por la cabeza. Tal parnaso no existe. Tal parnaso
es justamente donde estamos pero con esos problemas internos
resueltos. Así que si yo les llevara a otra parte les estaría
tomando el pelo. Y tomar el pelo a la gente a mi es algo que no me
va.
El único liderazgo que llama mi
atención es el de Dios. No, el de Steve Jobs me parece flojo. No,
no, el de Richard Branson tampoco me convence. El de Churchill me
parece simpático, pero también le veo peros.
Dios es el líder perfecto. Dios parece
que no está. ¿Ves tú a Dios por alguna parte? No, porque es listo.
Está en todas partes y en ninguna a la vez. Ese sí es un liderazgo
que me llama a mi la atención.
Yo, de liderar algo, lo hago desde las
sombras, como los Illuminati. Dejo a la gente hacer, porque ese es el
objetivo final del plan. Que la gente sea libre, que sea dueña de su
vida. No puedo llevar a la gente a ese destino si no paro de decirle
constantemente lo que tiene que hacer. ¡Vaya mierda de pueblo para
liderar sería ese! Yo quiero un pueblo que necesite cada vez menos
de mi para ser feliz. Así yo podré tirarme a la bartola, objetivo
final de mi plan de vida particular.
Por desgracia, Dios reparó en mi y en
mis humildes cualidades. ¿Veis? No se puede uno esconder de Dios,
maldita sea. Por mucho que finjas que eres un don nadie él sabe que
no lo eres. Y allá donde te escondas él te encontrará, para
recordarte que tenéis un trato y no se puede romper así como así.
Total, que habrá que hacerse cargo de
esta puta gentuza. No los soporto. ¡No los soporto! Son como niños.
Siempre tienes que andar enderezándoles. ¡Y encima sin que se den
cuenta, como Dios! Dios sabe que sus hijos son orgullosos y no les
gusta que les digas que se equivocan. Tienen que darse cuenta ellos
solitos. Así que te las tienes que ingeniar para liarles una trama
rocambolesca, que les cierre todas sus salidas infantiles, hasta que
se den de bruces con ese callejón estrecho que les obligue a
madurar.
Ese es el estilo de Dios. Ey, me
encanta, no me entiendas mal. Pero me temo que por edad Dios tiene
una paciencia que yo todavía no tengo. Me da que tengo que fijarme
más en Él todavía, tengo que contagiarme de su infinita paciencia,
que es infinita.
Si no fuese por esa paciencia infinita
os habría extinguido hace tiempo, cosa que me dan ganas de hacer a
mi cada cinco minutos. ¡No sabéis cuánto os odio! ¡Os odio! ¡Sois
unos putos inútiles! ¡Estáis cegados como un topo! ¡Y encima no
os esforzáis por espabilar! ¡Aaaaaaaaaargggghhhh!
¡La ira me consume!
Pero parece ser que extinguiros a Dios
le parece como mal. Que no es plan, dice. Que no sois malos, que sois
tontos. Y, como tontos, le parecéis enternecedores.
¡Joder, Padre! ¿Y yo qué?