Este disco lo compré en un aeropuerto,
me parece. Es la versión de los ingleses de nuestro Boom, ese disco
que recopila los mayores éxitos musicales del año.
Personalmente, prefiero Boom que Now.
Tiene más fuerza. Now es como más documental, Boom más
mercadotécnico. Los ingleses son mucho más finos.
Sin embargo me encanta la coletilla
That´s what I call music! Da una alegría que sólo saben hacer los
anglosajones. Hay mucho de Lily Allen en esta frase, una frase de
chica pop que sólo quiere hacer burbujitas de jabón. Muy bonito.
A Lily Allen la querría yo de mayor,
porque de joven te puede volver loco. Esa no para quieta. Esa un día
le da por aquí y al día siguiente por allá. Es fascinante pero
poco segura, como un coche de tracción trasera. Fascinante pero poco
seguro.
Sin embargo, la locura de los chicos
pop tiene un sentido. Nuestra sensibilidad es tan alta que
necesitamos tiempo para acostumbrarnos a la atmósfera de la Tierra,
como Superman. Superman se volvía tarumba porque sus superpoderes le
hacían ver cosas, ante el estupor de sus compañeros normales de
colegio.
Los demás nos ven como locos, pero
nosotros sabemos de qué va el tema. No estamos chiflados, tenemos
otro diagrama ante nosotros. Lo que tú miras nosotros no lo vemos o
nos da igual. Estamos a otra movida. Nuestro sendero es más recto
que el tuyo, pero desde tu perspectiva nuestros pasos te parecen
erráticos.
No lo son. Nuestro camino es recto como
la vara de medir que utilizamos con nosotros mismos. Nosotros no
podemos pasar por encima de la gente para lograr nuestros objetivos,
como tú. Lo que tú ves como el camino recto nosotros lo vemos como
un grave atentado ante los ojos de Dios. Por eso te dejamos
equivocarte, porque esa es la única manera de que aprendas.
La sensibilidad exquisita vive en un
mundo jodidillo. Aquí todo el mundo pasa por encima de las mínimas
normas de cortesía sin cortarse un pelo. Una cola en el supermercado
es un campo de batalla, tienes que estar alerta por si a esa vieja,
que debería ser venerable y un ejemplo a seguir, le da por colarse
delante tuya, como si de una niña de seis años se tratare.
Es evidente que el camino torcido es el
tuyo, no el mío.
Tu camino me espanta. Vas a llegar a
viejo y te vas a desmoronar, porque no has hecho los deberes. Uno
llega a ser un señor viejo habiendo hecho los deberes durante toda
tu vida. Un viejo como Dios manda no se cuela en las colas del
supermercado, sino que respeta educadamente su turno. Un viejo como
Dios manda reprende a los niños con el punto justo de firmeza y
afabilidad, porque ha aprendido a tratar ciertos temas. Un viejo como
Dios manda no ha recorrido, ni de coña, tu mierda de camino.
Y de mi olvídate, claro. La vida nos
llevará por caminos separados. El mío lleva a la gloria y el tuyo a
la casilla de la cárcel. Yo puedo echarte una mano un rato, pero de
seguir ayudándote cuando no das un palo al agua sería de todo menos
hacerte un favor. Así que, por tu bien, porque soy un viejo
venerable en proyecto, te tengo que dar de lado.
Vamos, pero que por tu bien.