martes, 18 de octubre de 2016

Princesa, la gata


Esta puta gata no para quieta. Está haciendo de unos importantes papeles de herencia su cama, su juguete. Igual me los descuartiza pero a mi me da igual y la dejo retozar.


Odio los putos papeles. Odio la burocracia. Odio “llevar las cuentas”. Me parece algo diabólico. Me lleva por el camino de la amargura. Me parece una retrasadez que podría solucionarse si no fuésemos tan porculeros.


¿Para qué quiero un papel que diga que esto o aquello es mío? ¿Pero no lo sabes tú ya? ¿Aún sabiendo que esto es mío vas a venir, hijo de la grandísima perra, y me lo vas a robar?

¡Coño, déjame tranquilo! ¿Pero tú ves qué cristos hay que montar sólo porque de ti uno no puede fiarse? Una legión de funcionarios que no pueden realizarse personalmente sólo porque tú no sabes mantener tus manos lejos de los bienes ajenos.


Sólo porque no puedas resistir la tentación de tener aún un poquito más tenemos que ponerle etiquetas a las cosas para que quede claro que esto es mío y no tuyo. Además, tenemos que pagar un cuerpo de policía, un montón de chavales que podrían estar tranquilamente crujiéndose a pastillas en la Skorpia, sólo por si a ti te da el punto de mangarme mis cosas.

¡Tío, tranquilo! ¡Búscate un curro! ¡No sé! Haz lo que quieras, pero intenta controlarte. Mira lo que me haces hacer a mi. Tener que tener papelotes de putos rollos de herencias. ¡Lo odio! ¡Lo odio! Tengo que pagar a una señora para que me lleve mis asuntos de papeles, que son patéticos.


Tengo que pasar vergüenza cada pocas semanas teniéndole que decirle a una señora que mi vida es una puta mierda, que no pillo pasta ni pagando. Que si no le llevo facturas emitidas no es porque yo sea un jeta que no hace facturas, que ya me gustaría a mi ser uno de ellos, sino porque nadie da un duro por mi.

¿Tú ves la que me has liado, salado? Por lo de la vergüenza no te preocupes, sobrellevarla es mi especialidad, pero, caray, aunque sea hazlo por ti. Por la pobre señora que tiene que estar llevando papeles. Que podría estar follando con un negro de dos metros, que le veo en los ojos que es lo que le gustaría, pero no, como tú no puedes resistir la tentación de mangarle a la peña sus cosas tiene que estar aguantando mis putos lloriqueos. Y ella ya está pensando en follarme a mi, porque, total, tengo rabo y a falta de negro bueno soy yo.


Hombre, di que igual hasta me haces un favor, porque a mi me gustan las tías así monjiles y esta es monjil que lo flipas. Me encanta desatarlas de sus cadenas mentales y que entreguen su flor ardiente a mi rabo azucarado. Como tengo así cualidades para resolver los problemas internos de la peña me gusta utilizar esas cualidades para follar.

Yo soy el típico marica que te entiende. Entiendo lo que te pasa. Entiendo tu dolor, no como todos esos bárbaros. Ya, ya sé que en cuanto te sientas un poco mejor me vas a mandar a tomar por culo y te volverás con ellos, ya que la tienen más larga que yo y al final un buen mango le gusta a cualquiera. Pero, oye, mientras tanto te la he metido yo y cuando tú te largues aparecerá otra retrasada de la que me pueda aprovechar, sacándole partido a eso de que tú seas un mangante y sólo pienses en tu ombligo y las dejes hechas polvo a todas y cada una.


Afortunadamente, el tiempo juega a mi favor y las zorras estas se van haciendo viejas. Ya no tienen tanta energía que desperdiciar. Así que empiezan a pensar que igual es más práctico venirse conmigo, que aunque la tenga más corta no las voy a dejar destrozadas cada diez días y eso les va conviniendo, a las putas.

Así que, oye, estoy pensando que igual casi mejor dejes las cosas estar. Sigue siendo como eres. Tengo que andar con putos papelotes, pero si a cambio me llevo un coño limpio me sale el trato a ganar. Un coño limpio es una cosa muy importante, porque echar la lefa en un bujero así limpín le hace a uno sentir muy bien. Es como un coche así bueno. Vas por la vida como más contento.


Oye, que me conviene tu rollo, que me conviene.