Este disco se lo cambié a Toni, alias
El Neno, por unas gafas con limpiaparabrisas incorporado. No sé
quién salió ganando, pero yo estoy contento con el trato.
En este disco hay canciones muy buenas.
Hay una que dice “¡Juana, Juana, Juana, cacho guarra!” y se
quedan más anchos que largos. Luego hay otra dedicada a la cerveza
Mahou que mola mucho, es la mejor del disco. En resumidas cuentas,
hice un buen trato.
Las gafas con limpiaparabrisas están
muy bien, pero, no sé, la canción de Mahou mola mucho. Yo estoy
contento.
Toni y yo éramos los especialistas en
movidas guapas del grupo. Él andaba siempre revolviendo entre los
alambres, buscando piezas maestras, flipando con rodamientos. A Toni
le sueltas en un vertedero, lo recoges en 8 horas y ni se da cuenta
de que te has ido.
Toni, El Neno, porque así le llamaba
su padre, Neno, ahora arregla los tejados del pueblo. Es evidente que
ha elegido bien, porque antes fue peluquero y le pega más esto. Toni
de pequeños no andaba peinando niñas, andaba buscando cachiperres,
que es cómo se les llama a los objetos insólitos en mi pueblo,
cachiperres.
A Toni le pega más un cinturón de
mecánico, con llaves inglesas y cintas métricas, que un cinturón
de peluquero, con tijeras y peines. Eso es lo que les pega a Encarna
y a Mari, las peluqueras centenarias del pueblo. Son peluqueras de
pura raza. Tan peluquera es Encarna que se hizo pastora de Herbalife,
asunto al que sólo te puedes dedicar si tienes genes peluqueros.
En la peluquería de Encarna se estaba
bien. Tú te sentabas en el sillón de los secadores y fingías que
estabas en un viaje espacial. Cuando te decían que te quitaras, que
tenían que secarle el pelo a una señora, te quitabas y ya está.
La peluquería de Encarna estaba llena
de las cosas que me gustaban a mi, las de colores. Los rulos para el
pelo. Esas extrañas tijeras que en uno de sus filos tienen un peine.
¿? ¿Para qué diablos sirve eso? Menudo objeto del demonio.
Cuando me hice mayor, me fijé que en
la peluquería de Encarna había cera del pelo Sebastian, la que
usaban en el mismísimo Salón de Apodaca, la peluquería chachi
lerendi de Madrid por aquel entonces. Encarna no andaba con hostias.
La peluquería de Encarna siempre está
abierta para mi. Cuando yo entró ahí se detienen las permanentes.
Ha llegado Juan, y por lo tanto todo ha de ser pospuesto.
Muy bien.