viernes, 21 de octubre de 2016

Todo Hip Hop


Este disco se lo cambié a Toni, alias El Neno, por unas gafas con limpiaparabrisas incorporado. No sé quién salió ganando, pero yo estoy contento con el trato.


En este disco hay canciones muy buenas. Hay una que dice “¡Juana, Juana, Juana, cacho guarra!” y se quedan más anchos que largos. Luego hay otra dedicada a la cerveza Mahou que mola mucho, es la mejor del disco. En resumidas cuentas, hice un buen trato.

Las gafas con limpiaparabrisas están muy bien, pero, no sé, la canción de Mahou mola mucho. Yo estoy contento.


Toni y yo éramos los especialistas en movidas guapas del grupo. Él andaba siempre revolviendo entre los alambres, buscando piezas maestras, flipando con rodamientos. A Toni le sueltas en un vertedero, lo recoges en 8 horas y ni se da cuenta de que te has ido.

Toni, El Neno, porque así le llamaba su padre, Neno, ahora arregla los tejados del pueblo. Es evidente que ha elegido bien, porque antes fue peluquero y le pega más esto. Toni de pequeños no andaba peinando niñas, andaba buscando cachiperres, que es cómo se les llama a los objetos insólitos en mi pueblo, cachiperres.


A Toni le pega más un cinturón de mecánico, con llaves inglesas y cintas métricas, que un cinturón de peluquero, con tijeras y peines. Eso es lo que les pega a Encarna y a Mari, las peluqueras centenarias del pueblo. Son peluqueras de pura raza. Tan peluquera es Encarna que se hizo pastora de Herbalife, asunto al que sólo te puedes dedicar si tienes genes peluqueros.

En la peluquería de Encarna se estaba bien. Tú te sentabas en el sillón de los secadores y fingías que estabas en un viaje espacial. Cuando te decían que te quitaras, que tenían que secarle el pelo a una señora, te quitabas y ya está.


La peluquería de Encarna estaba llena de las cosas que me gustaban a mi, las de colores. Los rulos para el pelo. Esas extrañas tijeras que en uno de sus filos tienen un peine. ¿? ¿Para qué diablos sirve eso? Menudo objeto del demonio.

Cuando me hice mayor, me fijé que en la peluquería de Encarna había cera del pelo Sebastian, la que usaban en el mismísimo Salón de Apodaca, la peluquería chachi lerendi de Madrid por aquel entonces. Encarna no andaba con hostias.


La peluquería de Encarna siempre está abierta para mi. Cuando yo entró ahí se detienen las permanentes. Ha llegado Juan, y por lo tanto todo ha de ser pospuesto.

Muy bien.