sábado, 22 de octubre de 2016

The beautiful experience


Este álbum fue el primero que salió después de que Prince se cambiase el nombre. Como mi teclado no es moderno no tiene el símbolo que se sacó de la manga, así que os aguantáis.


Prince no contó con eso cuando se sacó de la manga esa machada. Que los teclados de las redacciones de prensa musical no tenían su simbolito. Tienen ∑, , §, ¥, ƒ, ~, œ, pero el suyo no. Así que pretender que toda la industria cambiase porque al niño bonito le había dado por sacarse un extraño símbolo de la manga era una utopía. Una chorrada. Una de tantas de Prince.

A mi Prince me gusta, pero, por Dios, no tanto, ni de lejos, como se gustaba él a él mismo. Me gustó la canción aquella de Batman y la que viene en este disco, que está bien. Y Purple Rain, supongo, que esa le gusta a todo el mundo.


Joder, Prince, ¿qué te llevó a montar tal Cristo? ¿No te habíamos tratado bien? ¿No te bastaba la majestuosidad del nombre de Prince, Príncipe, que necesitabas todavía más? Ya eras el príncipe. ¿Querías ser el rey? Pues haber hecho canciones mejores.

A mi su cara tampoco me gustó nunca nada. Era un negro blanco con el morro muy pa fuera. Y tenía un extraño bigotito, como de niño de 14 años. ¡No sé! ¿Esa era la máquina sexual de la que él tanto presumía? ¿Un tío de metro cincuenta con bigotito de niño de 14 años? Me recuerda en su locura a Ben Stiller, otro enanito con ínfulas de inmortalidad.


Yo también soy un elemento fino que se autoproclama genio. ¿Me espera el destino trágico de Prince? ¿Tan retrasado mental soy? Dios mío, espero que no. Yo veo diferencias.

Primero, yo busco la grandeza para alegrarle la vida a los demás. Cada duro que gano lo invierto en agradar la base sobre la que me sustento, mi familia y mis amigos, aunque sean retrasados mentales. Eso de llegar a la cima solo lo puede hacer cualquiera, basta con trepar hasta la cima. A poco que estés enfadado con todo el mundo tienes energías de sobra para trepar como un chimpancé. Eso está chupado. Eso es para aficionados.


Segundo, en la cima no hay nada. Ya te lo digo yo, que he estado muchas veces. Ahí arriba lo que hay es aire frío y cuatro piedras. No hay nada, absolutamente nada. Todo lo que importa te lo has dejado abajo, imbécil. Así que si querías sacar algo en claro tenías que haber dedicado todas esas energías, atontado, a hacer la vida de los demás un poquito mejor. Sólo así alcanzarás la felicidad, ayudando a los demás a que alcancen la suya.

Me resisto a pensar que soy tan imbécil como Prince. Puede que seamos iguales en talento, por ser humilde y no decir que yo tengo muchísimo más, pero lo que nos distingue es al servicio de qué lo ponemos cada uno. Y yo tengo el tiro mucho mejor enfocado que El Principito. Así que dudo que me espere un destino tan trágico como el suyo.