jueves, 20 de octubre de 2016

Michael Jackson History Past, Present and Future Book 1


Este es el disco que sacó Michael Jackson antes de su escándalo sexual. El orgullo precede a la caída, está claro.


Yo flipé con el rollo que se llevaba Michael aquí. ¡Un homenaje a sí mismo! Y no un homenaje cualquiera, un homenaje en plan dictador militar. Este disco colocaba a Jacko en la categoría de semidiós. Se quedó a gusto, aquí Jacko.

Cuando las personas nos ponemos así nos ponemos insoportables. No hay quién nos aguante. Así que la gente se va puteando contigo, porque vas muy de guay, y un día inventan un escándalo sexual contra ti y se quedan tan anchos. ¡Pero de qué va el Michael Jackson este! Te vas a enterar, hombre.


Así que a Jacko le acusaron de cosas muy graves, que tengo entendido que al final eran falsas. Pero ya daba igual, se habían comido de un bocado al Rey del Pop por pasarse de listo.

Menos mal que Jacko no era español, porque aquí a los listos sí que no se les aguanta. A los listos se les tira al pilón en cuanto abren la boca. Aquí somos menos retorcidos, más nobles, nuestros castigos son de cara. Te cogemos entre todos y te tiramos al pilón, no inventamos una trama contra ti. Aquí somos muy machos, los más machos del mundo.


Somos tan machos, tan nobles, que te partimos la cara. No, no andamos con jueguecitos. Nuestro honor de hombres no nos lo permite. Los hombres no podemos hacer triquiñuelas, no andamos con trampas por debajo de la mesa. Los hombres tenemos que mirarnos a los ojos y desafiarnos. Los agravios los resolvemos cara a cara, no como las mujeres, que lían Roma con Santiago por un quítame de allá esas pajas. En las bofetadas que nos damos, a mano abierta, está implícito todo el mensaje. Te has portado mal. Toma hostia, hijo.

¿Qué más se necesita? Yo creo que no mucho más. Los castigos han de ser directos, para que el castigado sepa por qué se le castiga. Has ido de listo. Toma hostia. ¿Dónde está el problema?


El problema es que los niños, al serlo, se sienten agraviados aunque los agraviadores sean ellos. Todavía recuerdo una bronca que me echó mi abuelo de pequeño. Todavía no le he perdonado. Y tenía razón, los niños del pueblo nos estábamos pasando de guays. Estábamos haciendo demasiadas travesuras. Bueno, estoy siendo condescendiente con nosotros mismos: estábamos siendo unos hijos de la grandísima puta. Tirándole globos de agua a las viejas que iban a misa, destruyendo huertas sólo por diversión, abollándole el Simca 1200 a mi tío Laureano. Y, aún así, a día de hoy, todavía no tengo conciencia de haber hecho nada malo. Qué cosas.

Supongo que era porque nosotros también teníamos nuestra parte de razón, sólo que nadie nos escuchaba, porque éramos niños. Nosotros nunca vimos nada malo en lo que hacíamos. Sólo nos estábamos divirtiendo. Nunca hicimos nada realmente grave a nadie. Bueno, yo una vez sí, y este es un secreto del que me avergüenzo tanto que todavía no os lo voy a contar. Los gamberros de mi pueblo saben de qué estoy hablando. Espero que no tiren de la manta.


Supongo que Jacko también estaba haciendo sólo travesuras. Sólo quería hacer una broma sobre la megalomanía. Y, de paso, descubrir a qué sabe eso de creerse un semidiós. ¡Ey, es humano! Sólo los humanos podemos jugar a que somos dioses, porque no lo somos. Que nadie nos robe el privilegio de creernos importantes. Sólo es un rato, luego se nos pasa.