Cuando las cosas venían en CD-ROM el
mundo era mejor. Era allá por 1999, cuando estas mierdas que se
rayan con mirarlas nos encantaban. Ahora nos hemos dado cuenta de que
los cartuchos son mejores, como va a dejar claro pronto Nintendo al
mundo.
Han hecho falta casi 20 años para que
la cordura se imponga. ¡Cuánta capacidad! Todo el mundo flipaba con
que un CD-ROM pudiese albergar 700 Mb mientras que un cartucho sólo
albergaba 20 Mb.
Sí, albergaba mucha capacidad, pero ¿y
los tiempos de espera? Leer un CD lleva mucho tiempo. ¿Y su
fragilidad? Un CD se estropea pronto, es muy frágil. Los cartuchos
siguen funcionando 30 años después, aunque se te hayan caído,
aunque les pegues con un martillo. La carcasa de plástico los
protege.
Sin embargo, en las sociedades
capitalistas nos dejamos llevar demasiado por el glitter. Vivimos
para el glitter. Creemos que el glitter es el árbol de la vida,
cuando eso no es así. El árbol de la vida es el árbol de la vida,
y no lo puedes hacer crecer a tu ritmo caprichoso. Crece a su propio
ritmo pero sus frutos pueden alimentar a toda la población mundial sin despeinarse. El glitter no tiene raíz, por lo tanto se seca
pronto, como un CD-ROM, que veinte años después hemos descubierto
su farsa.
Si el mundo fuese como la URSS todavía
tendríamos cartuchos. Los productos durarían 50 años y las
familias cenarían siempre juntas, en vez de cada uno delante de una
pantalla a su aire. Sin embargo elegimos el otro camino, el del
CD-ROM, ese que ahora se desmorona, junto con el sistema capitalista.
A todos los niños les interesa el
camino fácil, porque son niños. No tienen la envergadura suficiente
para seguir el camino recto. Así que son presa fácil para cualquier
embaucador que les ofrezca oro a precio de arena.
Mira, niño, si me das tu dinero yo te
daré estas judías mágicas. Las plantarás en tu jardín y podrás
trepar hasta un reino en las nubes, como en Bioshock Infinite, y allí
hay un montón de tesoros incalculables. Sólo me tienes que dar tu
dinero.
Lamentablemente para el niño, la
realidad no es como el cuento. Las judías sólo eran judías y el
mago estupendo era un jeta que tenía menos ganas todavía de
trabajar que él. Así que el puto niño está sin un duro, pero oye,
come judías. Algo es algo, la verdad.
Cuanta menos gente compre judías
mágicas muchísimo mejor. La única manera de vencer a un
mercachifle es hacerle el vacío. Hacer como si no existiera. Así
sus poderes basados en humo se desvanecen porque nadie mira. Y como
el humo no tiene efectos reales para el mundo con el tiempo se
desvanece.
La sociedad ya está madurita. Es como
tu vecina, que no está tan jugosa como la de la otra escalera, la
jovencita de gafitas, porque ya tiene dolor en su mirada. Pero el
dolor es la semilla de la sabiduría y esa no te la va a liar. La de
gafitas está más prieta, más apetitosa, pero aún no sabe que es
estúpida y caprichosa, como las sociedades que eligen el camino
fácil. Todos sabemos ya a dónde lleva el camino fácil.
La sociedad, por pura prueba y error,
se ha visto forzada a tomar el camino difícil. El camino en el que
hay que estudiar, hacer los deberes y responder exámenes. Ya no hay
atajos, todos llevaban a donde se podía prever que llevarían, al
borde de un precipicio. Pero la gente es vaga y prefiere perder el
tiempo antes que perder el orgullo.
¿Tú qué camino has elegido? Yo el
difícil y un poco más. Yo me paso el Street Fighter IV en
superdifícil sin despeinarme.
¿Y tú qué? Tú nada, como siempre…