domingo, 30 de octubre de 2016

Todas putas Hernán Migoya


El Hernán este tenía que saber de qué va la movida. Todas putas, efectivamente. Así son. Todas putas. ¿No? ¿Me lo vais a negar?


¡Todas putas! Ya te lo digo yo. La que no te la lía por un lado te lo lía por otro. ¿Y este es el puto sexo débil? ¿Estas son las delicadas criaturas que hay que respetar? ¡Cristo bendito! Quizás sean pequeñitas pero tienen un veneno que lo flipas, como los escorpiones. Y a los escorpiones se les pisa, si llevas bota alta de piel. ¿O no es así?

Sexo débil. Sexo pollas. ¿Sexo débil? Sexo pollas. Los Illuminati son un corro de cuñados comparados con las mujeres. La trama rocambolesca que tienen montada donde no hay luz es exagerada. Es una ciudad subterránea completamente funcional. El mundo de las mujeres es sin duda un lugar maravilloso excavado en la roca llamado Fraggle Rock.


En ese punto ciego, en ese punto que hay entre el retrovisor interior y el de la puerta, está el mundo de las mujeres. Es un mundo de fantasía, donde se vuela por los aires y los paquetes de Amazon no los reparten drones, sino hombres de 1,85 con una sonrisa deslumbrante. De las fuentes brotan fuegos artificiales y no hay alcantarillas, sino ríos subterráneos de leche de almendras.

En el mundo de las mujeres no hay nada malo. Está prohibido. Por eso en ese mundo no entra cualquiera. Hay miles, millones de trampas en el empinado sendero que conduce hasta él. El sistema de seguridad del mundo de las mujeres lo diseñó Willy El Tuerto. ¿Qué es esto, un lindo gatito? ¡Voy a acariciarlo! ¡Error! ¡Era otra de las trampas de Willy, y el lindo gatito resultó ser un tigre de Bengala que ahora, mientras escribo esto, me está devorando las arterias que tengo en el cuello! Me está matando.


Tú, que eres un cuñado, olvídate de entrar ahí. No estás preparado pero ni de coña. ¡Pero ni de coña! Vas a acabar muerto a las primeras de cambio, como Chester Copperpot. Muerto, vas a acabar muerto. ¡Muerto! ¡Muerto! Ensartado por uno de los miles de cuchillos que te lanzan para que no perturbes su bucólico mundo. ¡Que no se puede entrar! ¡Que está prohibido! ¡No seas osado! ¡Que lo que estás siendo es un ingenuo, gilipollas!

Yo una vez me disfracé de paladín y conseguí entrar. Anduve un rato por allí, por las calles de oro que tienen ahí montadas. Angelitas deliciosas te besan las mejillas sólo porque sí, porque a ellas les gusta vivir así, y por eso han montado ese sistema en su ciudad. La gente es cortés y te deja pasar, los pasos de cebra no existen porque si alguien pasa el coche frena. ¡Sin que les obliguen! Es algo asombroso. Tecnología alienígena.


Si quieres entrar en el mundo de las mujeres tienes que ser un guapo ninja. Tienes que ser capaz de esquivar miles de shurikens lanzados a la vez, y encima mantener la sonrisa Profidén. Tienes que seducirlas mientras con una katana amenazan tu pescuezo. Es algo imposible. Sólo para gente muy, muy, muy entrenada. ¡Ríndete ahora que todavía conservas el hálito vital!

Ahora, si consigues atravesar esa barrera infranqueable, me temo que de ahí no te vas a ir. Que tú ahí te quedas. ¿Quién se resiste a un mundo de vestales que te dan uvas sólo porque les pareces muy mono? Y la casa te la regalan, sin hipotecas y sin hostias. El que entre ahí, de verdad, tendrá mis respetos.