Si alguna vez has pintado las paredes
de una casa, es decir, no eres tan pija como para llamar a
profesionales que te lo hagan, es posible que tengas por casa una de
estas cintas también.
Pintar paredes es cosa de hombres, por
otra parte. Nos lo pasamos bien haciendo manualidades lo mismo que
las mujeres se lo pasan bien jugando con muñecas. ¿Por qué se lo
pasan bien? ¡Quién sabe!
Las mujeres sirven para ordenarte hacer
cosas y tú sirves para obedecer o para escaparte a tomar cerveza,
pero para nada más.
Aceptar el totalitarismo femenino es
síntoma de madurez. Lo mismo que no luchas contra el trueno ni
contra la tempestad no luchas contra las mujeres. Las obedeces y te
callas.
Si no las obedeces puedes acabar con la
piel arrancada a tiras, así que mira a ver hasta dónde te puedes
pasar tú de la raya. Yo mi raya la tengo ya bien definida, he
llegado a un acuerdo beneficioso para las dos partes.
Las mujeres juegan con muñecas y
limpian. Es una cosa asombrosa. A mi me tienen pillado por el mero
hecho de que soy capaz de, como George Constanza, comprarme 365 pares
de calzoncillos con tal de hacer sólo una colada al año. Por ahí
me tienen a mi pillado.
De no ser por las mujeres yo acabaría
sepultado sobre una gran pila de mierda, con la ironía de que sería
mierda salida de mi propio culo.
A cambio, soy muy inteligente y sé
resolver situaciones delicadas. Por ahí las tengo pilladas yo.
Los negocios son los negocios. No seáis
primos.