Hay juegos por los que la comunidad
coleccionista no da un duro. Si embargo, como yo no pertenezco a
clubes que me acepten como socio, tengo este Esto es fútbol.
Da mucha tristeza cómo la gente busca
gente que le diga qué pensar. Es como si pagaran para que otro
hiciera por ellos el trabajo más divertido.
Es como si me como las verduras pero le
regalo el flan a mi primo. Pues naturalmente que no. ¿Me has visto
cara de gilipollas?
Uno ha de hacérselo todo, porque es
así cómo funciona. Cada empresa es un mundo y las personas igual.
La solución que funciona en Porsche puede no funcionar en Renault
porque tienen distintas almas.
Siempre he despreciado a aquellos que
venden molonidad, porque vender molonidad significa no saber de qué
trata esta. Sin embargo, parece que me va a tocar hacerlo a mi.
Porque me obligáis.
La esencia de la molonidad es que cada
uno sea exactamente como es. El que más mola es el que más se
comporta acorde a quién es. No es un conjunto de normas a seguir,
eso es sólo un libro, y los libros todo el mundo sabe que no molan.
Sin embargo, en el negocio que me
ofrece la realidad, tengo que aceptar que hay personas para las que
lo que a mi me parece de perogrullo para ellos es chino mandarín. Lo
que a mi me parece arena para ellos es oro. Yo lo regalaría y ellos
creen no ser dignos. Bien, para esos saltos conceptuales se
inventaron los precios.
El precio de algo normalmente es la
media entre lo que alguien pide por algo y lo que alguien está
dispuesto a ofrecer. Mi caso es especial, porque normalmente la gente
pide mucho y ofrece muy poco. Lo mío es al revés, yo lo ofrezco
todo gratis pero a la gente le da pudor no pagar.
¿Queríais un nuevo modelo de negocio?
Pues el mío es el mejor.