Lo tengo dentro de un plástico
protector. Se lo habían puesto los que me lo vendieron, pero yo no
se lo he quitado.
Antes se metían los cómics dentro de
fundas protectoras, ahora se meten los videojuegos.
¡Que nada le pase a este juego editado
en Japón y del que no tengo ni putísima idea! Podría llegar a ser
valioso algún día.
Para elegir qué juegos guardo como
“joya” me fío poco de las “leyes del mercado” y mucho de mi
“intuición”.
Me intuición, básicamente, es lo que
me gusta y lo que no glorificado. Si dices “intuición” la gente
se postra ante ti, pensando que eres un dios. No digo que se
equivoquen, pero tampoco digo rotundamente que acierten.
Cuando digo que tengo mucha intuición
la gente se cree que soy un gurú y mean colonia, porque hoy en día
hoy todo el mundo busca gurús que les señalen la salida a la
pesadilla en la que han convertido sus vidas.
A mi me parece como muy bien pero me da
como vergüenza, porque, coño, yo qué sé. A uno no se le hincha el
pecho tan fácil. Hay que saber tocarme.
Vamos, que si buscas un gurú no te voy
a echar a patadas, pero te pediré que uses otra palabra conmigo.
Llámame “sabio celestial” o
“alfayomega”. Alfayomega me mola. Llámame así.