Cuando ya casi estaba acabada, El
Víbora sacó esta portada como su canto del cisne. Como diciendo
“ahí queda eso”.
El Víbora estaba dejando de molar
desde hacía mucho. Lo único que les mantenía eran los
internacionales Ralf König y Peter Bagge, y nacionales sólo Mauro
Entrialgo y Álvarez Rabo, aunque este quizás ya había ejecutado su
famoso y genial suicidio creativo.
Total, que tenía demasiada dependencia
del exterior y nacionales eran dos que sólo hacían una página por
número. Una metáfora de España. Tiene demasiada dependencia
exterior y aquí cosas que valgan las hacen dos y con cuentagotas.
Total, que König y Bagge se fueron a
Alemania y Estados Unidos respectivamente, Entrialgo se fue a El
Jueves y Álvarez Rabo se iría, imagino, a seguir vendiendo bambas
en El Corte Inglés y a hacer comics sobre cocineros vascos, según
vi más tarde. Álvarez Rabo siempre fue el más genial. The Special
One.
El Víbora era la revista que había
que leer. Si veías a otro leyendo El Víbora sabías que ese tío
sabía de qué iba la cosa. En este hecho se basó mi amistad con
Jorge Cano. Fíjate qué fáciles son las cosas.
Hoy en día están El Jueves y
Mongolia, pero no son lo mismo. El Víbora era más guay.
Igual hay alguna revista genial por
ahí, pero yo no la conozco.
Hombre, Makinavaja hacía a El Jueves
grande, pero Ivá ya murió. Y Para ti que eres joven, pero sus
autores ya no son jóvenes. Ni de lejos.
Total, que mejor meterse en Internet,
porque es gratis y todo lo que hay es mejor que lo que hay en los
kioskos.