Me gusta comprar juegos chungos. Como
diciendo “mira a lo que hemos llegado como humanidad”.
Los productos especialmente
innecesarios tienen un encanto especial, como las personas
especialmente innecesarias.
Hay personas que no sirven para nada
pero que son como un adorno que te ha hecho tu hijo con arcilla: algo
que es horrible pero que no es plan de que lo tires a la basura.
Si nos ponemos en este plan podemos
llegar a purgas tipo Podemos.
No digo que no me apetezca, digo que
hay que ir con cuidado, como cuando podas una planta. A ver si de la
emoción te vas a llevar alguna hoja sana.
Las purgas son necesarias. Sirven para
que la gente menor no moleste a la mayor. La gente menor, al serlo,
no es consciente de su inferioridad y hay que conducirla hacia
puestos apropiados a su pequeñez sin que su ridículo orgullo quede
dañado.
Es labor de artesano, no se crea usted.
Hay que hilar fino.
Porque a ver cómo le dice usted a ese
inútil que lo es. Se ofendería, ya sabe usted cómo son los
inútiles, ¿no? Muy sensibles.
Por eso, por el bien de los inútiles,
hay que engañarles, como la mano invisible de Adam Smith. Para ir
colocándolos en su lugar. En plan mano invisible, ya sabes.