Ross Lynch es todo un tío. Además de
ser guapísimo rockanrolea como nadie. ¿Qué más puede pedirle a la
vida Laura Marano?
Ross Lynch es una estrella, punto
final. Las estrellas pueden hacer lo que les da la gana, la prueba es
que Mick Jagger se cambia la sangre y aquí nadie dice nada. Hace eso
el pobre Rajoy y ya la tenemos montada.
Imaginemos que Rajoy se va en Semana
Santa a cambiarse la sangre a Suiza. Y que lo vemos volver tan
lozano, muy contento por haberse cambiado la sangre. Hace la señal
de los cuernos en la rueda de prensa y todo el mundo aplaude
pletórico.
¿Entendéis ya, putos rojos, por qué
les debéis respeto a los fachas? Ellos llevan una vida aburridísima
para que vosotros podáis rockanrolear. Lo menos que puedes hacer
entre raya y raya, flipadillo, es dar gracias a Rajoy porque esté él
negociando con Merkel y no tú.
No, si ya sé yo que en la discoteca
todo es cojonudo. Pero para que esa discoteca esté abierta Rajoy
pasa las noches en vela pensando qué es lo mejor para el país.
Asimismo, Rajoy no imagina los
esfuerzos que tengo que hacer yo para saber qué traje se pondrá
dentro de unos años. Mientras Rajoy negocia con Merkel, esa tarea
repetitiva, mediocre, yo estoy aquí partiéndome los cuernos por
interpretar el signo de los tiempos.
Rajoy y yo no sabemos los desvelos que
pasamos el uno por el otro. Y puede que así sea lo mejor. Cada uno
llevamos nuestra carga y lo hacemos con dignidad.
Ahora bien, en el Paraíso Rajoy se
unirá a mi fiesta, porque aquí, de los dos, el que sé montar
fiestas soy yo. Rajoy no se pondrá la corbata en la cabeza, se la
meterá en el culo a modo de colita de cebra y beberá litros y
litros de cerveza entre carcajadas.
No te preocupes, Mariano. Estoy
haciendo una lista de reproducción en el iTunes que te vas a quedar
flipado.