Jajaja en Canarias siempre tienen que
pagar más por todo. Qué pringados.
A cambio, el tabaco lo tienen más
barato. En mi viaje de fin de curso, que fuimos a Gran Canaria, me
traje mis buenos cartones de Camel Light, el tabaco que fumaba yo
entonces porque me parecía el más guay.
Por aquel entonces había esos anuncios
de un camello como de dibujos animados en situaciones divertidas. Por
eso todos los niños nos animamos a fumar, porque nos encantaba aquel
camello.
Cuando fumabas cigarrillos Camel te
sentías en Disneylandia, y en Disneylandia todo es mucho mejor. Los
niños fumábamos cigarros como gominolas.
Por desgracia aquellos tiempos pasaron
y ahora el tabaco, en vez de estar asociado a camellos de dibujos
animados, está asociado a fotografías desagradabilísimas.
Para que alguien compre o deje de
comprar sólo tienes que ponerle una señal encima del producto. Ha
de ser una señal sutil, como fingiendo que respetas el criterio del
consumidor. Sin embargo no lo respetas nada, porque desprecias al
consumidor que te cagas. Por eso es el consumidor. Si no sería
empresario, como tú.
El producto da lo mismo. Lo que cuenta
es la señal. Las personas somos niños del coño de nuestra madre
hasta la lápida de nuestras tumbas, por tanto como a niños se nos
ha de tratar. Al recibir golpes por todas partes no se nos deja
expresarnos y por tanto no podemos madurar. Por eso seguimos siendo
niños siempre, porque el sistema está pensado para que no madures y
así poder manipularte.
Así siempre se te puede colar el gol.
¿Ves? Es sencillo. Yo te trato como mal pero a la vez soy muy
simpático. Y como te trato como mal tú supones que no te quiero
vender nada, porque si no te trataría bien. No podrías estar más
equivocado. Lo único que pasa es que soy más inteligente que tú y
siempre voy un paso por delante tuya.
Te trato mal para que supongas que no
te quiero vender nada. Es una estrategia de venta avanzada, eso es
todo. Pero en el núcleo de mi discurso hay una gran señal luminosa
que pone “COMPRA”. ¿No te has fijado? Claro que no. Pero tu
“niño interior” sí.