viernes, 13 de enero de 2017

El Espantatiburones

A esta película se la ha metido tanta caña que me ha empezado a gustar.


Primero, la peli es como rara. Las caras de los peces son como megarraras.

Luego, el doblaje. El prota lo hace el portero de Aquí no hay quién viva, cuando en el original lo dobla Will Smith.


Total, que es un despropósito tras otro. Pero tal es el despropósito que empieza a molar, como todos sabéis. Cuando a algo se le crucifica a saco a uno le da por pensar que no debe ser tan malo, sino que se le ha tratado injustamente.

Esa misma molonidad es la que tiene Ed Wood, por ejemplo. Béla Lugosi con respecto a Boris Karloff también. Lugosi parece ser que acabó siendo un yonki de la hostia, pero parece ser también que con el paso de los años su legado supera al de Karloff en muchos, muchos millones de petrodólares.


Esta molonidad existe porque somos humanos. A todos nos han tratado mal pero no podemos decirlo, porque entonces pareceremos débiles y perderemos la batalla social. Así que tenemos una debilidad inconfesable. Pues esa misma es la que confiesan abiertamente Wood y Lugosi. Por eso molan.

Esa es la molonidad definitiva, porque si tú quieres tenerla tendrás que bajarte al barro. Pero si te bajas perderás todo lo que tienes. Pero si no te bajas nunca molarás tanto.


Parece que Wood y Lugosi de tontos no tenían un pelo.

Si quieres el Reino de Dios dale todo tu dinero a los pobres y sígueme, te lo tengo dicho. Pero si no no pasarás al Reino de mi Padre ni de coña. Antes pasará un camello por el ojo de una aguja que tú al Reino de mi Padre si no le das tus pelas a los pobretones.