Oh la lá. Coca-Cola de vainilla. Esto
sí que es una cosa fina. Si tienes que hacer una recepción yo que
tú prescindiría de los bombones Ferrero y sacaría las Coca-Colas
de vainilla.
Los bombones Ferrero son muy kitsch,
eso ya lo sabemos todos, pero clase-clase no tienen. Lo kitsch en sí
mismo no tiene clase, el que tiene clase es aquel que valora lo
kitsch, ya que tiene mucha compasión. Fíjate, esto es feísimo,
repugnante, despreciable. ¿No te da pena? Adoptémosle.
Si eliges así a los amigos, como yo,
te puede ir muy bien o muy mal. Como a mi.
Por un lado los cachorritos perdidos no
son más que cachorros que se han perdido. Con la formación adecuada
pueden ser excelentes perros, fieles amigos, compañeros
inseparables. Desde luego. Pero ¡ojo! Al estar perdidos pueden estar
muy rabiosos, ya que estar perdido te aleja de la posibilidad de
estar rodeado de amor y eso le tiende a poner rabioso a uno.
Así que si te llevas uno o dos bocados
no te extrañes, porque eso es lo que tienen los cachorritos
perdidos. Lo que tienen de tiernos lo tienen de locos. Por eso van de
tiernos, porque no les queda otro remedio. Si no no irían de nada,
como un perro normal.
Por otro lado, como son tan tiernos,
pues sigues a su lado. ¿Qué vas a hacer? ¿Abandonarlos otra vez?
Duele más eso que los bocados del puto perro. Se queda.
Y así es cómo elijo yo a mis amigos.
Según el grado de desesperación de sus almas. ¿No te gusta mi
método?
Seguramente tú elijas a tus amigos
según lo que puedas sacar de ellos. Eso, francamente, también
activa mi compasión. ¿Quieres ser mi amigo/a?
¿Veis por qué me va como me va?
¿Ahora lo entendéis todo?