Las peores de todas. Yo me las he
pillado porque no me las había pillado nunca, creo. Ya tenían pinta
de que no iban a molar, pero yo qué sé, yo le doy a todo el mundo
al menos una oportunidad. Al menos.
La gente, aunque sea menor, aunque sea
evidente que la va a cagar, hay que darle una oportunidad. Nosotros,
que tenemos abundancia que te cagas, hemos de apoyar a los menos
afortunados, aunque eso de “menos afortunados” sea un eufemismo.
Son inútiles y punto. Pero precisamente por eso hay que ayudarles.
Este es el razonamiento que me lleva a
comprar Pringles Salt & Vinegar aunque sea evidente que van a
saber a cacafuti.
Si no fuera por filántropos como yo
¿qué sería de la humanidad? ¿Quién apoyaría a los memos? ¿Quién
reduciría su condena aunque no haya muchos motivos para ello? ¿Quién
les diría que no son una mierda de perro aunque lo sean a todas
luces?
Tú desde luego no, porque para dar hay
que tener.
Pero relájate, mi pobre amigo. Para
apoyarte estoy yo. Para fingir que no te miro con condescendencia
estoy yo. Es mi especialidad. Te apoyaré aunque no sirvas más que
para tirarte a la basura.
Si recojo objetos abandonados por la
calle, ¿cómo no te voy a recoger a ti? Eres más feo que los
objetos que recojo pero, bueno, eres humano. Despiertas compasión y
tal.
Tampoco me rayes mucho, eso también te
lo digo, porque tengo mala uva.
Soy muy majete pero tengo mala uva.
¿Mal rollo? Pues te jodes. Encima vas pidiendo. Ya te vale.