Este juego se llama Pure Football
porque prescinde de la estrategia. En vez de 11 contra 11 son 3
contra 3. Y ya se sabe que cuanto menos equipo más espectáculo.
Si juegas en equipo tienes que mirar
por el puto equipo. Tienes que hacerte cargo del eslabón más débil,
aquel que Luján Argüelles quería eliminar. ¡Menuda mala baba!
¡Joder, Luján! Puede que no todos
seamos tan listos como tú, pero también tenemos derecho a la vida.
¿No? ¿Tú qué crees?
Sin embargo, si desestimamos los
consejos de Luján tendremos que jugar en equipo. ¡Qué pereza! Un
país de delanteros obligado a jugar en equipo. Esto sí que no
estaba en los planes.
Lo malo de jugar en equipo es que
tendremos que prescindir de la puta gloria, esa que tanto nos gusta.
¡Ah, la gloria! No hay droga más fina. Engancha igual a pobres y a
ricos. Si hay algo que nos pone a todos a babear es la gloria vana.
¡Qué rica sabe! ¡Y no tienes que
hacer nada! La gloria vana es la piedra angular del éxito del Teatro
Kapital, por eso me quiero comprar su libro editado por su 20
aniversario.
La gloria vana es lo más actual que
hay, es de lo que estamos hechos todos. Todos defendemos nuestro
terruñito de gloria vana, porque sin ella no somos nada.
A Errejón le quitas el cargo y se
queda en nada. Y a Pablo Iglesias. Y a Rajoy. A todos. Sin el cargo
no son nada. ¿No debemos, por tanto, darle un poco las gracias a la
gloria vana? Tiene una mala fama inmerecida.
La gloria vana es el cemento de
mercadillo que hace que nuestra sociedad bananera siga en pié. No
desprecies, hijo de Dios, a la gloria vana, porque sin ella quién
sabe dónde estaríamos.