Un amigo se acaba de pillar un Audi
todoterreno de esos. Q3 me parece que se llama.
Lo he mirado por Internet y estoy
flipando. ¿Pero tú dónde vas con eso, tío? Si es un coche de
futbolista. Y este era medio bueno, pero vamos, que siempre fue un 5.
Y para 5 ya está Redondo. Así que, tío, este coche es la polla sin
más, por tanto.
Yo, que soy más rata de biblioteca, me
gusta más flipar con los coches en vez de conducirlos. Para mi el
coche perfecto es uno eléctrico y autoconducido cuando la
autoconducción esté perfectamente implementada, antes no.
Conducir me mola pero por la misma
razón que a Lisa Simpson le gusta la pesca: por la sensación de
tranquilidad. Lisa, cuando pesca, no pone cebo en el anzuelo. Por la
misma razón yo voy a 100 por la derechita con la música, eso sí,
bastante alta.
Pero los coches molan que te cagas. Y
en este libro salen los más molones de todos.
Para más inri, estamos en un momento
histórico interesante: la gente le tiene mucha manía a los coches.
Contaminan y hacen ruido. Esto siempre ha sido así, pero la gente ha
cambiado. Ahora la gente es mariquita. El plan Illuminati ha tenido
éxito: han conseguido homosexualizar a toda la población, como
predijo Rafapal.
Por lo tanto lo machote está
baratísimo, porque ya no se lleva. Ahora se lleva ser mariquita. Por
lo tanto lo que mola es ser machote. Este es el principio radical, de
raíz, de la molonidad: hacer siempre lo contrario a lo que hagan los
demás.
Así que tú que tienes buen gusto, tú
que me lees, tú que sabes dónde buscar la mejor mierda y vienes a
mi a comerla como la puta sucia que eres: sé machote. O machota,
vamos.