lunes, 16 de enero de 2017

The Legend of Zelda 1986 Nintendo

Aquí empezó todo. Quién lo iba a decir. Hoy jugar a este juego es desesperante.


Primero, que no hay ninguna de esas cosas actuales que tanto odio, como instrucciones en pantalla. En estos juegos se suponía que te habías leído el manual de instrucciones, cosa que hoy no supone nadie.

Aquí le das al start y apareces en medio del bosque. Mosquis. ¿Y ahora? Bueno, iré a esa caverna. Y un viejo me da una espada. Encima, me dice que es peligroso ir por ahí solo. Coño, viejo. No acojones, hostia puta.


Y luego hala, búscate la vida. Sólo ves enemigos. Si tocas estos bichos te hacen daño. Bueno, pues antes de que me hagan daño ellos a mi se lo tendré que hacer yo a ellos, digo yo, ¿no? No sé nada del juego, pero que soy el héroe, por alguna razón, lo tengo claro. Así que el que importa que siga vivo soy yo.

Deambulas como un tonto por ahí y sólo ves enemigos. Algún hada te repone la vida, vale. Pero esos casos son los menos. En general todo el mundo parece diseñado para darme por culo.


También me he dado cuenta de que cuando tengo la vida a tope mi espada no sólo mata en plan normal, sino que despide una especie de rayo láser con forma de espada. Hay que reconocer que es útil.

Pero en cuanto te dan un toquecito se acabó la fiesta y vuelta a usar la espada en plan normal.


Vamos, que este juego es un reflejo perfecto de cómo se vivía en 1986.

Hoy todo está mucho mejor. Hay instrucciones en pantalla por todos lados. Es imposible que no sepas jugar al juego. Pero entonces ¡ah, entonces! Entonces éramos duros.