¿Recordáis cuando en los sitios había
ceniceros que no eran de papel-lata de ese? Qué tiempos.
El otro día vi en Wallapop un cenicero
de Burger King de los de antes, de metal duros, por sus buenos
euretes. Hoy en día de eso ya no lo hay.
Tienes que guardarlo todo. ¡Todo!
Diógenes sabía lo que se hacía. Diógenes lo que era es un hombre
de negocios incomprendido. Él sabía que toda la mierda que guardaba
en casa algún día sería muy valiosa, pero sus vecinas, esas
chachas, se pusieron a murmurar de él y fíjate cómo ha quedado el
hombre para la Historia, como el nombre de un síndrome.
Sin embargo de sus vecinas las chachas
no se acuerda nadie, pero del bueno de Diógenes se acuerda todo
cristo.
Yo pondré mi granito de arena en favor
del recuerdo de aquel gran hombre y rebautizaré el Síndrome de
Diógenes como el Olfato de Diógenes. ¡Qué olfato tenía el hijo
de puta!
Diógenes sabía que era buena cosa
coger ese cartón que cubre la caja de los Pin y Pon de la basura en
día 6 de enero, porque esos niños estúpidos se han quedado con lo
que no vale para nada, los muñecos, y han tirado el cartón, lo más
valioso de todo.
Los niños son tontos. Juegan con los
juguetes en vez de guardarlos. Podrían jugar con cualquier cosa,
porque son niños y tienen mucha imaginación. Sin embargo juegan con
juguetes, como los bichos malcriados que son. Si eres niño lo que
tienes que hacer es guardar bajo llave tus regalos de Reyes sin abrir
y ponerte a jugar con una lata de Pringles.
Así en el futuro podrás ser un hombre
de negocios importante, de esos que no saben lo que es el amor porque
tienen cosas más importantes que hacer, como contar sus millones.
Ah, los niños. Qué mal enfocados se
les educa. Así nunca llegarán a nada.