Agua con limón. El refresco del
futuro. Y tú volviéndote loco en el laboratorio, gilipollas.
Ya ves, han cogido agua del manantial,
le han echado limón, lo han metido en una botella y te lo han
vendido a ti. Y tú encantado de la vida, porque es justo lo que
estabas necesitando para esperar tu paquetito de Amazon Premium.
O para arar la tierra de tu huerto
urbano. De tu maceta del balcón, digo.
Dios mío, yo escapé de mi pueblo
precisamente para no arar huertos. ¿Y tú te lo metes
voluntariamente en tu balcón? Tú estás colgado.
Si hubieras pasado un par de veranitos
en mi pueblo ya verías cómo no te quedaban ganas de huertas.
Nosotros, en vez de arar las huertas,
las destrozábamos por placer, vale. Pero el mensaje sigue siendo el
mismo.
Aprovecha, amigo, que vives en la
ciudad. Ponte ciego de Red Bulls porque en el pueblo no saben qué es
eso. A mi como mucho me han vendido Burns pequeños y poniéndome
cara rara, como quién ve a un alienígena.
Si la huerta siempre va a estar ahí.
Es lo que tiene la huerta. La huerta siempre es igual. Siempre.
Ah, ¿que me dejas? ¿Que está
llamando al telefonillo el de Amazon? Vale, vale, ve. No le hagas
esperar.



