Alan Moore escribe muy bien, pero hay
que reconocer que es aburridillo el tío.
¡Y qué barbas! ¡Qué pelos! ¡Qué
pintas! ¿Cómo se las arreglará para ir a visitar a sus suegros? Yo
a un yerno así no le dejo pasar a mi casa.
Igual está limpio, pero aparenta estar
sucio. Y no quiero acercarme a ver si está sucio o limpio. Lo
descarto y ya está.
Estoy seguro que tiene sabiduría para
dar y tomar. No digo que no. Pero yo para mi hija quiero un chico
normal, no esto, que no estoy seguro de poder controlarlo.
Cualquier día es capaz de encabritarse
y desafiar mi patriarcal autoridad. Y eso sí que no, porque ya no me
queda otra cosa en la vida.
De seguir tirando de ese hilo podría
llegar a la conclusión que más me aterra, que él pudiese ser mejor
patriarca que yo. Y eso jodería mi mundo. El norte pasaría a ser el
sur y yo enloquecería. Y como que me apetece poco enloquecer, ahora.
Total, que lo mejor que se puede hacer
con Alan Moore, por lo menos lo mejor para mi, es eliminarlo. El
interés general está muy bien, pero ¿qué pasa? ¿Que mis
intereses ahora no cuentan?
Sea como sea, yo ya me he hecho mi
terruñito. Mira, Alan, ¿sabes qué? Que hagas lo que quieras. Yo ya
me puedo morir tranquilo. Con este cachito de tierra me conformo.
Plantas mucha cara y yo ya estoy mayor.
Fóllate a mi hija.


