lunes, 3 de abril de 2017

Amor con preaviso

Título original: Two weeks notice. Ya sé que el doblaje chungo da un punto encantador a las películas, pero de vez en cuando molaría que no fuera tan chungo. No sé, por variar.


Esta peli va de que Sandra Bullock es una activista y se ve involucrada con Hugh Grant, que es un empresario tiburón. ¿Los polos se atraen? Más bien la personalidad es algo accesorio, inerte, y lo más importante es aquello que la precede. Pero si me pongo en este plan no hacemos peli ninguna y sólo me leemos a mi.

Soy un gran fan de las conversaciones de peluquería, pero por encantadoras. En realidad son una mierda, si no las ves con compasión te ponen la cabeza como un bombo. Este, y no otro, es el germen del arte pop.


Ser inteligente es muy fácil, pero si no lo aderezas con un poco de compasión por los tontos te conviertes en un tipo insoportable. Ya recordáis al padre de Martín H.

La compasión por los tontos es lo que mantiene la sociedad en pie. De no ser así, habría hogueras de banqueros en la Puerta del Sol y, tras el quemado, todos nos iríamos a casa tan tranquilos. Pero como somos compasivos no hacemos hoguera alguna.


En los banqueros vemos una parte de nosotros mismos, esa que no deja pasar en las puertas y que roba el asiento a ancianas, porque, oye, estamos muy cansados. Así que como, en el fondo, nos enternecen, les encarcelamos un poquito y luego pasamos a otra cosa, porque estar todo el día de uñas tampoco es plan.

Si tu hijo roba no lo quemas, ¿no? Pues el mismo mecanismo primario funciona con los banqueros.


Ahora bien, si el que roba es un gitano lo encarcelamos inclementemente, porque meterse con un gitano no acarrea consecuencias. Si te metes con un banquero te puede caer encima gente muy poderosa, pero si te metes con un gitano, como nadie da un duro por él, no te pasa nada. Por eso la rabia que sentimos por los banqueros, al final, la pagan los gitanos.

¿No es este un mundo genial? De alguna manera, supongo.