Título original: Two weeks notice. Ya
sé que el doblaje chungo da un punto encantador a las películas,
pero de vez en cuando molaría que no fuera tan chungo. No sé, por
variar.
Esta peli va de que Sandra Bullock es
una activista y se ve involucrada con Hugh Grant, que es un
empresario tiburón. ¿Los polos se atraen? Más bien la personalidad
es algo accesorio, inerte, y lo más importante es aquello que la
precede. Pero si me pongo en este plan no hacemos peli ninguna y sólo
me leemos a mi.
Soy un gran fan de las conversaciones
de peluquería, pero por encantadoras. En realidad son una mierda, si
no las ves con compasión te ponen la cabeza como un bombo. Este, y
no otro, es el germen del arte pop.
Ser inteligente es muy fácil, pero si
no lo aderezas con un poco de compasión por los tontos te conviertes
en un tipo insoportable. Ya recordáis al padre de Martín H.
La compasión por los tontos es lo que
mantiene la sociedad en pie. De no ser así, habría hogueras de
banqueros en la Puerta del Sol y, tras el quemado, todos nos iríamos
a casa tan tranquilos. Pero como somos compasivos no hacemos hoguera
alguna.
En los banqueros vemos una parte de
nosotros mismos, esa que no deja pasar en las puertas y que roba el
asiento a ancianas, porque, oye, estamos muy cansados. Así que como,
en el fondo, nos enternecen, les encarcelamos un poquito y luego
pasamos a otra cosa, porque estar todo el día de uñas tampoco es
plan.
Si tu hijo roba no lo quemas, ¿no?
Pues el mismo mecanismo primario funciona con los banqueros.
Ahora bien, si el que roba es un gitano
lo encarcelamos inclementemente, porque meterse con un gitano no
acarrea consecuencias. Si te metes con un banquero te puede caer
encima gente muy poderosa, pero si te metes con un gitano, como nadie
da un duro por él, no te pasa nada. Por eso la rabia que sentimos
por los banqueros, al final, la pagan los gitanos.
¿No es este un mundo genial? De alguna
manera, supongo.