Hoy hablaremos de una peli buena-buena.
Yo ya tengo mucho criterio, mucho-mucho. Ya sé lo que me gusta y lo
que no. Y lo que me gusta pasa, por poner un ejemplo, por
Supersalidos.
Naturalmente yo también pasé por una
etapa de desconcierto cultural, como todo el mundo que se mete en
algo. Al principio no sabes si por aquí o por allí. Así que no te
queda otro remedio que ir probando. ¿Qué pruebas primero? Lo que
dice todo el mundo que es cojonudo. Así que una época de mi vida me
compré cosas como El Acorazado Potemkin o Dogville.
Estoy seguro que para las personas
amantes de la acción lenta y la contemplación muy-muy pausada estas
películas son magistrales. Estoy segurísimo. Pero yo, ya ves, tengo
otras inquietudes. Lo que me gusta a día de hoy es exactamente lo
mismo que me gustaba de niño, porque los gustos no cambian, sólo se
retuercen de tu mano. Cuanto más retorcido estás más difieren tus
actividades de las que hacías de niño.
Los niños que somos no cambian ni
mueren, sólo se hacen más grandes. Por eso yo ahora tengo más
películas de las que tenía de pequeño, pero a grandes rasgos son
las mismas: Mary Poppins, Cortocircuito, Los Goonies... Todo igual.
Nada ha cambiado. Pero nada-nada.
Estoy muy satisfecho de andar por la
calle comprobando, admirado, que me siento igual que siempre. Ahora
simplemente sé más trucos para estar en este mundo, pero yo soy lo
mismo. Tampoco parece tan raro, ¿no? Si plantaste una calabaza lo
raro sería que te saliera un peral. Aunque mirándote a ti parece
que el raro soy yo, ¿no?
Bueno, pues no. El raro eres tú.
Lamento darte otro golpe más en la espalda, amigo niño. Eres tan
raro que te he visto comprando libros gordos cuando tú nunca supiste
hacer la o con un canuto. ¿Qué coño haces? ¿Por qué compras eso?
¿Por qué no lo devuelves y compras chocolate? ¿No te acuerdas
cuánto chocolate comíamos cuando éramos pequeños? ¡Y ahora
llevas zapatos castellanos! ¿Pero qué coño...?
En fin, me estás asustando. Te lo digo
de corazón. Te has vuelto muy raro. No, si yo te sigo viendo igual,
el que parece que te ves diferente eres tú. ¿Si no por qué habrías
de llevar esos zapatos? Los castellanos eran de mariquita, nos
reíamos cuando alguien chutaba el balón en el recreo con esos
zapatos y salían disparados detrás del balón. ¿Y ahora llevas tú
unos? Jo, tío. No me obligues a reírme de ti. No me obligues, por
favor...
A mi Raúl, de chavales, me llamaba El
Filósofo Loco. ¡Pues bien! Aquí estoy, más loco que nunca. ¿Te
dejó traumatizado Raúl con lo que te llamaba a ti? Me voy a
inclinar por pensar que sí.
¡Pues destraumatízate, descerebrado!
¡Cómprate Supersalidos, que mola millas! ¿Qué va a molar si no?
¿Bloomberg?