miércoles, 26 de abril de 2017

Supersalidos

Hoy hablaremos de una peli buena-buena. Yo ya tengo mucho criterio, mucho-mucho. Ya sé lo que me gusta y lo que no. Y lo que me gusta pasa, por poner un ejemplo, por Supersalidos.


Naturalmente yo también pasé por una etapa de desconcierto cultural, como todo el mundo que se mete en algo. Al principio no sabes si por aquí o por allí. Así que no te queda otro remedio que ir probando. ¿Qué pruebas primero? Lo que dice todo el mundo que es cojonudo. Así que una época de mi vida me compré cosas como El Acorazado Potemkin o Dogville.

Estoy seguro que para las personas amantes de la acción lenta y la contemplación muy-muy pausada estas películas son magistrales. Estoy segurísimo. Pero yo, ya ves, tengo otras inquietudes. Lo que me gusta a día de hoy es exactamente lo mismo que me gustaba de niño, porque los gustos no cambian, sólo se retuercen de tu mano. Cuanto más retorcido estás más difieren tus actividades de las que hacías de niño.


Los niños que somos no cambian ni mueren, sólo se hacen más grandes. Por eso yo ahora tengo más películas de las que tenía de pequeño, pero a grandes rasgos son las mismas: Mary Poppins, Cortocircuito, Los Goonies... Todo igual. Nada ha cambiado. Pero nada-nada.

Estoy muy satisfecho de andar por la calle comprobando, admirado, que me siento igual que siempre. Ahora simplemente sé más trucos para estar en este mundo, pero yo soy lo mismo. Tampoco parece tan raro, ¿no? Si plantaste una calabaza lo raro sería que te saliera un peral. Aunque mirándote a ti parece que el raro soy yo, ¿no?


Bueno, pues no. El raro eres tú. Lamento darte otro golpe más en la espalda, amigo niño. Eres tan raro que te he visto comprando libros gordos cuando tú nunca supiste hacer la o con un canuto. ¿Qué coño haces? ¿Por qué compras eso? ¿Por qué no lo devuelves y compras chocolate? ¿No te acuerdas cuánto chocolate comíamos cuando éramos pequeños? ¡Y ahora llevas zapatos castellanos! ¿Pero qué coño...?

En fin, me estás asustando. Te lo digo de corazón. Te has vuelto muy raro. No, si yo te sigo viendo igual, el que parece que te ves diferente eres tú. ¿Si no por qué habrías de llevar esos zapatos? Los castellanos eran de mariquita, nos reíamos cuando alguien chutaba el balón en el recreo con esos zapatos y salían disparados detrás del balón. ¿Y ahora llevas tú unos? Jo, tío. No me obligues a reírme de ti. No me obligues, por favor...


A mi Raúl, de chavales, me llamaba El Filósofo Loco. ¡Pues bien! Aquí estoy, más loco que nunca. ¿Te dejó traumatizado Raúl con lo que te llamaba a ti? Me voy a inclinar por pensar que sí.

¡Pues destraumatízate, descerebrado! ¡Cómprate Supersalidos, que mola millas! ¿Qué va a molar si no? ¿Bloomberg?