lunes, 24 de abril de 2017

Titeuf – La ley del patio

Titeuf está muy bien. Es un Pequeño Spirou moderno, para entendernos. ¡Cuánto me gustaba El Pequeño Spirou en El Pequeño País! Muy top, El Pequeño Spirou.


Yo conocí a el Pequeño Spirou antes que a Spirou normal, por lo que para mi el personaje raro es Spirou, no El Pequeño Spirou. Spirou corría aventuras y El Pequeño Spirou era de risa, además de estar mejor dibujado. Por lo que a mi respecta, Spirou normal es peor que El Pequeño Spirou.

Si quieres conocer bien a un personaje o a una persona lo tienes que haber conocido de niño, si no te la puede estar dando con queso. Puede que un niño idiota, al hacerse mayor, haya decidido ocultar que es idiota con las capas de personalidad que te crecen cuando vas creciendo. De ese modo cree que está salvado cuando sólo se está construyendo una prisión de la que cada día se avergüenza más, como es normal.


A todos nos han puesto las pilas de pequeños. Es lógico, éramos pequeños. No podíamos defendernos. Avergonzarse de eso es como avergonzarse de tener nariz. Sin embargo no estar dispuesto a dar la cara sí que es para avergonzarse.

Normalmente la gente se suele ocultar detrás de la hostilidad, sea esta activa o pasiva. Uno puede ver con toda claridad que este tío es así pero sus actos pretenden hacernos creer que es asá. ¿Hay algo que produzca más vergüenza ajena? Pocas cosas, a mi parecer.


Si has de recurrir a la hostilidad tienes que hacerlo para salir adelante tal y como eres, no para que nadie se dé cuenta de que eres de determinada manera. Hacer eso se llama dignidad, elegancia, tronío. Usar la hostilidad para ocultar cómo eres se llama patetiquez, pequeñismo, caquez, ajco.

Sé lo que estás pensando: si das la cara todos se van a reír de ti, porque de los niños se ríe todo el mundo. Pero si sigues ocultándote como una ostra en su caparazón llegarás a viejo siendo el mismo niño ridículo al que no has dejado madurar, por vergüenza. Vergüenza es lo que te debería dar si haces eso.


No te preocupes: los que se van a reír son los que se siguen ocultando como ratones. Sin embargo nosotros, los tigres de bengala, te vamos a admirar. Respetamos mucho la fiereza cuando es por una buena causa. Y que dejes de ser un niño caquitas es una causa muy buena.

¿Quieres entrar en mi club? Da la cara. Si no, de verdad, las normas me impiden admitirte. Lo siento. Quizás para el año que viene. Pero vamos, que no te prometo nada. Es que el año que viene ya vamos a ser muchos y no sé si quedará sitio para ti.