domingo, 23 de abril de 2017

Versace

Cuando me dio por la moda me compré este librito de Versace en el Vips. Según por el tema que me dé en cada época me compro libritos sobre él. Ahora también estoy comprando libritos, aunque luego nunca los leo. Sólo los compro como adorno a mi empresa, como adorno motivador. Bueno, una categoría algo superior a “adorno”.


Versace no me gusta mucho, pero el librito sólo costaba 5 €. Trago alegremente. Versace me parece muy amanerado, como demasiado adorno para un discurso que personalmente me parece pobre. ¡Cuánto sale la palabra “adorno”! Será que el tema invita.

Los adornos son geniales, yo estoy recubierto de adornos. Te escribo desde una habitación completamente cubierta de adornos. Como dice una amiga, tengo horror vacui. Afortunadamente lo dice como un halago.


No entiendo la gente sin imaginación que se precia de no tener horror vacui. Hombre, una cosa es el horror vacui y otra no tener nada que decir. Esconder que no se tiene ni una sola idea tras la burda fachada del minimalismo me produce náuseas. Ser cobarde es una cosa horrible, deleznable.

Yo puedo permitirme ponerme una tonelada de adornos encima porque debajo yace una tonelada de discurso. Lo hago para que te creas que soy una mierda recubierta de purpurina, como hay tantas. Pero cuando termines de quitar la purpurina te llevarás una sorpresa.


Esa es la gracia. Que te creas que soy una mierda cuando soy oro. Como hay tanto impostor te crees que soy uno más. Y como desprecio tanto tu poca vista te dejo creer que soy caquita rica.

Podría hacer como el Señor Tesla y hacerte mil y una promesas. Yo, sin embargo, prefiero prometerte que bajo esta capa de mierda hay otra todavía más gruesa. Así, hasta que te canses. De esta manera los indignos quedan eliminados.


No pensarás que le voy a dar de beber del Grial a cualquier gilipollas, ¿no? Sólo a los que eligen sabiamente, como Indiana Jones, el explorador con nombre de perro.

Soy alucinante, sí, lo sé.