domingo, 2 de abril de 2017

KFC

La leyenda cuenta que KFC es un lugar regentado por el mismísimo Lucifer. Que usan ingeniería genética para hacer pollos que sólo sean muslos y pechugas. Seres sin ojos ni boca ni nada intentando mantenerse en pie en las granjas KFC.


Antes odiaba este sitio por esta leyenda que en absoluto me he molestado en contrastar, porque eso podría arruinarme el placer de contar esta anécdota y que la peña flipe; sin embargo ahora, que la gente sólo come soja y nada más que soja, me están empezando a caer bien.

¡Pollos genéticamente alterados para que sólo sean pechuga y muslo! ¡Claro que sí! ¡Eso sí que mola, no la alta concina vegana! La alta cocina vegana no es que sea para gays, es que es para nenazas que ni siguiera se atreven a ser gays. O sea, fíjate el nivel de puta mierda que alcanza la famosa comida vegana.


KFC, por el contrario, nos ofrece una rumorología. ¡Diablos! Creo que hoy hasta la rumorología está prohibida por si manchamos el de-li-ca-dí-si-mo honor de las personas. Por el mero hecho de que la rumorología esté prohibida la rumorología mola.

Yo prefiero, hoy en día, que digan de mi que crío pollos biónicos que que me han visto pasear por Malasaña. De lejos. Lo primero, al menos, tiene algún interés y no me deja como un niño memo pedorro. Eso es lo peor que puedes ser hoy en día. ¿No lo sabías aún? Pues sí, sí, de verdad.


No entro a comer en KFC porque, ya te digo, soy mayor y el rollo guarrer ya lo dejo para de vez en cuando. Bastante de vez en cuando. Pero lo que sí me interesa, mucho, es lo que pasa a mi alrededor. Y desde la perspectiva de este escriba KFC se mea en Malasaña a borbotones. Le deja la cara toda meada. Se le mete pis por la nariz.

Supongo que vosotros no habéis leído aquella historieta del Tío Gilito en la que empezaba a vender productos macrobióticos; como al principio fue un éxito, el malvado Rockerduck le copió. Afortunadamente, Gil Pato vio que lo macrobiótico no tenía futuro y cuando Rockerduck empezó a vender brotes de soja Gil Pato se pasó a los embutidos. Y, una vez más, dejó a Rockerduck comiéndose su sombrero.


La gente se lanzó a los supermercados Gil Pato al grito de “¡Viva la morcilla! ¡Abajo la soja!”. Como veis, lo que está ocurriendo ahora ya ha ocurrido muchas veces, la prueba es que hay una historieta dando fe de ello. Así que no había que ser muy listo para prever que lo vegano era una moda pasajera. Bastaba con haber leído algún tebeo.

Eso sí, como todas las modas, el veganismo ha dejado un poso. Ahora los del PP no se atreven a robar por si les meten en la cárcel. Este, y no otro, era el objetivo del veganismo. Lo demás son adornos.