lunes, 17 de abril de 2017

Polvos culturistas

No hay cosa pop que tanto me sulibeye como los polvos de mazas. Los polvos de mazas son sin duda la aberración pop más fantástica de ese periodo histórico tan psicodélico, La Crisis.


Durante una década, año más año menos, hemos vivido en una especie de sopa de testosterona. De repente todo el mundo se volvió loco, incluido yo, y sólo nos movía una cuestión: el avance. El avance, el avance, el avance. Bullys, millennials, todos avanzando a toda pastilla para llegar los primeros.

El resto de mis competidores, entre los que quizás te incluyas, han terminado hincando la rodilla ante mi potencia y astucia, aunque yo sólo bebo Red Bull. Ya ves, ellos tomando polvos venenosos y con unos redbulcitos de nada les he petado el cacas.


Nunca he sido muy amante de la potencia, porque yo soy El Hombre Tranquilo, pero si me retas a un duelo a muerte ten por seguro que el que vas a morir eres tú. No es nada personal, es que has osado perturbar mi sueño. Y eso tiene funestas consecuencias para el osado.

Ahora que ya ha pasado todo sigo igual que siempre, siendo El Hombre Tranquilo, pero mi motor ha mejorado en unos cuantos caballos. Asimismo, mi cromado exterior es más cromado todavía que antes. Soy K.I.T.T. de a partir de la tercera temporada.


Soy la polla, ¿a que sí? Vamos, dímelo. Necesito mimos.

Como K.I.T.T., soy un producto casi de ciencia ficción pero con su corazoncito. K.I.T.T. era más sensible que muchos humanos, a pesar de estar dotado de turbo propulsión (turbo boost).


Y nada, que si no has probado los polvos de culturista estos años ya no vas a probarlos nunca, porque se acabó la necesidad de ultrapotencia. Ahora todo vuelve a estar tranquilo.

Hay algunos que saben a cookies. En serio.