miércoles, 19 de abril de 2017

Tiger

¿Se dice “tiguer”? ¿Se dice “táiguer”? ¡Quién sabe! Lo que sí sé es que esta cadena danesa (creo) no me gusta tanto como se supone que me tenía que gustar. ¡Analicemos por qué!


Para empezar, tiene un fallo gravísimo: parte de la base de que es guay. Que algo parta de la base de que es guay arruina su guayez en muchos enteros. Te deja la nota tiritando. Partir de la base de que eres guay denota falta de humildad, de pudor religioso, y si no tienes pudor religioso no eres guay, porque ser guay tiene que ver con la santidad.

Tú puedes decirme “joder, Juan, pues tú no paras de decir que eres la polla. ¿Significa eso que no eres guay? No arruines mi amor por ti”. ¡Tranquilo, idiota! Todo tiene una explicación.


Tirarse el pisto tan a saco como me lo tiro yo es como de broma, hombre. Alguien que se tira tanto el pisto como yo es imposible, es una parodia. ¿A quién estoy parodiando? ¡Ah! Sólo lo sabemos él y yo.

Ser guay te empuja a reírte de la gente que va de guay pero que no lo es, como Tiger. Pero como ser guay te impide reírte a carcajadas, porque es demasiado burdo, te inventas formas más finas de reírte de la peña. Una forma que a mi siempre me ha gustado mucho para reírme de la gente es parodiarla. Así expones lo ridícula que es de una forma inteligente. Me he llevado alguna hostia por hacer estas cosas, también te lo digo.


Por tanto ser guay exige límites. No hay nadie que necesite disciplina castrense tanto como la gente guay. La gente guay tiende a despreciar la disciplina, porque piensa que, de disciplinarse, perdería sus cualidades guays. ¡No hay mentira más flagrante!

La disciplina no elimina tus cualidades guays, más bien las concentra en un punto. Por muy guay que seas si disparas a lo loco no sólo gastarás valiosa munición, sino que encima no darás nunca en el blanco más que de casualidad. Por tanto la disciplina es muy buena para la gente guay.


Disciplinar a alguien guay es una cosa muy difícil, porque la gente guay, como los gatos, no hacen caso al “aquí mando yo porque sí”. La gente guay sólo respeta la verdadera autoridad, la que emana de dentro, no respetan al alguien sólo porque lo ponga en un papel. Por tanto para disciplinar a alguien guay tienes que respetar sus razones, que si las tiene por algo será.

Hoy hay mucho millennial, como seguro que sabrás más que de sobra. Lo que no hay tanto es profesores de millennial. Muy pocos sabemos tocar con pericia los botones millennials. Yo sé bastante y aún me considero un aficionado. Así que imagínate lo que serás tú...