lunes, 17 de abril de 2017

Cosmopolitan

¡Qué práctico es este nuevo formato! Así, tan pequeño, parece una revista mucho más cuqui. ¡Hazme una rebajita! ¡Claro que sí, guapi!


En este número de la Cosmo nos dicen que el nuevo jefe es mujer y millennial. ¡Qué Dios nos coja confesados! ¡Vaya combo! Os va a estallar la cabeza. Una mujer de por sí es algo irritantísimo, desmesuradamente atroz, pero si encima es millennial... ¡Nunca parará de hablar! ¡Nunca! Y además lo hará a una velocidad de vértigo.

¡Cuánto mejores eran los tiempos en los que los jefes eran hombres y tontos del culo! A los hombres tontos del culo se les puede engañar chascando los dedos. Pero a las putas mujeres no, huelen la tostada. Te pides unos días de permiso para cuidar a tu abuela cuando en realidad te quieres ir a Benidorm a desayunar salchichas y baked beans, desayuno inglés; pero tu puta jefa mujer millennial, como tiene poderes colosales, nota unas sutilísimas vibraciones en tu voz que delatan que estás mintiendo.


¿Qué vamos a hacer ahora? Con lo bien montado que lo teníamos todo. Trabajar-trabajar no trabajábamos mucho, pero oye, ¡cómo vivíamos! Además, entre hombres cuanto más tramposos seamos más nos respetamos, por lo tanto si eras un jeta fino te esperaban mil y un ascensos. ¡Pero ahora se impone la meritocracia! ¡La de verdad, no la farsa ridícula que teníamos montada! Madre de Dios. A mi trabajar es lo que peor me viene para el cutis. Menos mal que tengo la Cosmo y sus sabios consejos.

Afortunadamente, las mujeres millennials tienen un punto débil, y yo sé cuál es; hay que tocar unos botones que no están en el panel de control principal, hay que abrir una portezuela que está como escondida. Si en esos botones ejecutas el Código Konami tendrás a tu jefa millennial comiendo de tu mano. Pero para saber hacer estas cosas hacen falta años de muchísimo trabajo, I swear.


Tan bien sé tocar esos botones que soy capaz de reprogramar a la jefa millennial para que abdique en mi favor. ¿Pero por qué querría yo que hiciese eso? Así ella lleva todo el peso de la cuestión y yo me puedo dedicar a mis labores de hombre, rascarme la barriga mientras todo orbita armoniosamente alrededor de mi ombligo.

Puestos a reprogramar, prefiero reprogramarla para que, además de mi jefa millennial, sea mi criada francesa millennial. Una jefa que a la vez es tu empleada feladora. ¿Se te ocurre un paraíso mejor?


Mi jefa millennial está muy contenta por su merecido ascenso a jefa, pero no sabe, porque yo no se lo he dicho, que antes de que ella fuese jefa millennial yo fui jefe millennial. La precedí. Por tanto conozco las trampas a las que se habrá de enfrentar. Y valiéndome de las emociones que las trampas provocarán quedará a merced de mis apetitos, que por cierto son muy colosales.

Ey, ¿qué creías, putita? ¿Que te iba a dejar ser jefa sin controlarte? Estás tú buena. Además de jefe millennial he sido Illuminati. Al final la partida siempre cae hacia mi falo. Como buen Illuminati.