Whoa. Giménez. A todo el mundo le
gusta Giménez. Es curioso, yo no conocí a Giménez hasta de mayor,
cuando leía cómics y no tebeos. Quizás no se lleva un rollo muy de
niños. Yo de niño sólo leía Bruguera. Marvel me horrorizaba.
Marvel me interesó de mayor, a
principios de este siglo. Cuando lanzó su línea Ultimate. Sentía
que tenía un vacío en mi alma y quise llenarlo. Lo llené con
Marvel, de un día para otro.
Naturalmente me enganchó, porque
cuando empezaba la línea Ultimate, Marvel estaba dándolo todo. Ahí
el fervor creativo se apreciaba en cada página. Luego se empalmaron
y se notaba el fervor por hacer mucho de todo. Así, hasta hoy, que
ya hacen pelis Marvel de personajes menores porque se les está
agotando el combustible.
Les entiendo perfectamente. Yo haría
lo mismo. ¿Y qué hay del respeto al público?, te preguntarás.
Chico, yo que sé. Que le den un poquito por el culo al público,
¿no? Si te ponen un gritón de dólares delante pasas del público.
¿A mi qué me importa el público? Ahora podré comprarme un
rascador de espalda de marfil cada semana.
A Joaquín Reyes yo creo que le ha
pasado lo mismo. Lo petó con La Hora Chanante y ahora está haciendo
caja. Pero con un tipo como Joaquín Reyes pasa una cosa curiosa: se
nota exageradamente el desprecio que siente por lo que hace ahora.
¡Le parece una mierda! Se le nota en los ojos, en el tono de la voz.
Odia a sus contertulios, le dan arcadas porque no son tan brillantes
como él. ¡Jajajaja! ¡Qué tío! Cómo te entiendo, Joaquín.
Conseguir un equilibrio entre el
bolsillo y la satisfacción personal honda es jodidillo. Si te pasas
de un lado te quedas cojo del otro. Y estar constantemente en
equilibrio tampoco mola porque es aburrido. ¿Qué hacer pues? ¡Ni
puta! No tengo ni puta, tío.
Puedes, como un contable galáctico,
colocar porcentajes de tu corazón en cosas. Así tienes un poco de
todo. Si te falla esto está esto otro. Y así, como un artista
ultraguay, pintar el cuadro en el que quieres vivir. Suena como muy
interesante lo que digo, ¿eh? ¡Pues aún así me aburre!
También tengo que dejar un porcentaje
a la insatisfacción crónica, porque si no sería como uno de esos
tipos que escriben libros de autoayuda que, llueva, haga frío o haga
calor, están siempre sonriendo. ¡Qué siniestros! Como el Joker.
En un twit prometí que, si algún día
escribía un libro, iba a salir en la foto como descoyuntado, con
cara de loco. Un poco para poner el contrapunto a tanta felicidad.
¿No tenéis ganas de un contrapunto a tanta felicidad? ¡Cuánta
felicidad!