Quizás cuando tú tienes un mal día
llegas a casa y te pones un whisky, un ron, un gin, un vodka. Según
el segmento sociodemográfico al que pertenezcas. Yo pertenezco a uno
propio, personal. Está construido y decorado a mis anchas. Por eso
cuando yo llego a casa mal me como unos mejillones en escabeche
Calvo.
Los mejillones en escabeche Calvo es a
lo que te tiras cuando tienes depresión. Hoy la depresión está
prohibida, aunque todo el mundo está deprimido. Vivimos en la mayor
crisis económica de la historia pero Podemos hace campaña apelando
a que sonrías. A que tu sonrisa es muy poderosa. Natural que en esas
elecciones se pegaran el batacazo, porque apelaban a algo que es
falaz.
No es plan de ir amargándole la vida a
la gente con tus desdichas, por eso existen los psicólogos, así que
buena cosa es que, aunque sea por cortesía, suelas sonreír por lo
menos de vez en cuando. Pero creerte que la vida es como promulga Mr.
Wonderful es contraproducente, eso te lo dirá cualquier psicólogo.
Por si no vas.
Como no nos gusta como somos hemos
inventado Mr. Wonderful. Como no nos gusta estar ahogados en mierda
fingimos que no existe. Sin embargo la mierda está, deliciosa,
atragantada en tu garganta, porque te la han hecho tragar. Para las
labores de desatascado no se utilizan las flores y los corazones, se
usan productos agresivos como Pato WC o mejillones en escabeche
Calvo.
Por tanto, cada semana y media-dos
semanas yo practico mi particular rito de desatascado. No forma parte
de mi agenda, mi ciclo vital así lo impone. Cada semana y media-dos
semanas empiezo a sentirme alterado y hasta que no vomito un buen
cacho de bosta previa ingesta de comida corrosiva no me siento bien.
Ya ves, tú sonríes y yo vomito mierda. Esta claro, por fin, quién
es el más interesante de los dos.
Vomitar mierda es lo más liberador que
hay. No se me ocurre una metáfora mejor para la libertad completa.
La gente suele representar la libertad como un corro de personas bajo
un arco iris. Yo la represento con un vómito de heces.
A mi me cae mal casi todo el mundo, así
que eso de tener que darme la mano con dos personas cualesquiera en
un corro de la patata me llena de escalofríos.
Los mejillones saben fuerte y luego se
me quedan en el estómago más tiempo que una comida corriente. Este
es el mood perfecto para el acontecimiento feliz.
¡Bluuuuaaaaaaaargh! ¡Ya me siento
mucho mejor!