martes, 25 de abril de 2017

Sobre el amor y la soledad – Jiddu Krishnamurti

Whoa! Hoy nos ponemos heavys. Jiddu Krishnamurti sería perfecto si no lo leyera Penélope Cruz.


Jiddu Krishnamurti es lo que se conoce comúnmente como un crack. Un elegido para guiar al pueblo hacia la luz. No te digo na y te lo digo tó.

La historia de Jiddu es fina-fina. De pequeño estaba en la playa y un jefazo de La Orden de la Estrella, una organización religiosa contemplativa, lo vio y, sin dudarlo, dijo “Este es el Elegido que estábamos buscando”. Lo cogió por una oreja y se lo llevó a la Orden, a instruirlo en la sabiduría antigua.


Se instruyó a saco paco e hizo todo lo que le mandaron hacer. Hasta que un día Jiddu, tras la desgarradora muerte de su hermano, alcanzó el Grial, eso que todos los contemplativos buscan pero son demasiado paquetes para encontrar: la Iluminación Espiritual. Flipó con lo que vio y se volvió a la Orden, de la que ya era sheriff.

Reunió a todos los afiliados, como Pablo Iglesias reúne a los podemitas, y les dijo el hecho trascendente que le había ocurrido. Y que, en virtud de él, disolvía la puta Orden. Al alcanzar la Iluminación se dio cuenta de que no hay un camino hacia ella y que por tanto la Orden, que pretendía ser tal camino, no tenía sentido. Así que ¡hala! Todos a vuestra puta casa. Aquí está todo el pescado vendido.


Jiddu se hizo emprendedor, pasó de su empresa y se lo montó por su cuenta. Se hizo autónomo. Dedicó su vida a instruir a las masas dormidas hacia la Iluminación mediante el método que el creyó más conveniente, el diálogo de tú a tú. Hay que tener huevos, porque la mayoría de sus textos son transcripciones de tales conversaciones y ¡qué paciencia! Las masas dormidas son una piedra en el zapato. ¡No entienden nada! Pero nada de nada.

Yo, que soy un crack como Jiddu e incluso un poquito más, me atrevería a decir, jamás de los jamases me rebajaría a hablar con vosotros de tú a tú. ¿Es que no veis con claridad la jerarquía? Yo mando y vosotros obedecéis. Ese es mi método. Cerrad vuestras sucias bocazas y así, quizás, seáis capaces de ver lo que os quiero enseñar, para que flipéis.


Respeto mucho a Jiddu, así que espero que él, desde donde esté, también me respete a mi. Y en estos tiempos eso de ser paciente y comedido está pasado de moda. ¡Esta es una jaula de grillos! Aquí si no acojonas a la gente hasta que casi le reviente el corazón no escucha ni Cristo. Estáis demasiado consentidos. Es la sociedad, que os ha hecho débiles a base de daros comodidades, como en Obélix y Compañía.

Por un lado es bueno, porque de no estar consentidos no seríais creativos. Pero por otro es malo, porque creéis que lo sabéis todo. ¡Y no tenéis ni puta idea de nada! Así que a cerrar vuestro pico de lelos y a hacerme caso a mi, porque Yo lo mando, El Elegido. ¿Entendido, putitas? Así me gusta. Que dejéis de cacarear.