Whoa! Hoy nos ponemos heavys. Jiddu
Krishnamurti sería perfecto si no lo leyera Penélope Cruz.
Jiddu Krishnamurti es lo que se conoce
comúnmente como un crack. Un elegido para guiar al pueblo hacia la
luz. No te digo na y te lo digo tó.
La historia de Jiddu es fina-fina. De
pequeño estaba en la playa y un jefazo de La Orden de la Estrella,
una organización religiosa contemplativa, lo vio y, sin dudarlo,
dijo “Este es el Elegido que estábamos buscando”. Lo cogió por
una oreja y se lo llevó a la Orden, a instruirlo en la sabiduría
antigua.
Se instruyó a saco paco e hizo todo lo
que le mandaron hacer. Hasta que un día Jiddu, tras la desgarradora
muerte de su hermano, alcanzó el Grial, eso que todos los
contemplativos buscan pero son demasiado paquetes para encontrar: la
Iluminación Espiritual. Flipó con lo que vio y se volvió a la
Orden, de la que ya era sheriff.
Reunió a todos los afiliados, como
Pablo Iglesias reúne a los podemitas, y les dijo el hecho
trascendente que le había ocurrido. Y que, en virtud de él,
disolvía la puta Orden. Al alcanzar la Iluminación se dio cuenta de
que no hay un camino hacia ella y que por tanto la Orden, que
pretendía ser tal camino, no tenía sentido. Así que ¡hala! Todos
a vuestra puta casa. Aquí está todo el pescado vendido.
Jiddu se hizo emprendedor, pasó de su
empresa y se lo montó por su cuenta. Se hizo autónomo. Dedicó su
vida a instruir a las masas dormidas hacia la Iluminación mediante
el método que el creyó más conveniente, el diálogo de tú a tú.
Hay que tener huevos, porque la mayoría de sus textos son
transcripciones de tales conversaciones y ¡qué paciencia! Las masas
dormidas son una piedra en el zapato. ¡No entienden nada! Pero nada
de nada.
Yo, que soy un crack como Jiddu e
incluso un poquito más, me atrevería a decir, jamás de los jamases
me rebajaría a hablar con vosotros de tú a tú. ¿Es que no veis
con claridad la jerarquía? Yo mando y vosotros obedecéis. Ese es mi
método. Cerrad vuestras sucias bocazas y así, quizás, seáis
capaces de ver lo que os quiero enseñar, para que flipéis.
Respeto mucho a Jiddu, así que espero
que él, desde donde esté, también me respete a mi. Y en estos
tiempos eso de ser paciente y comedido está pasado de moda. ¡Esta
es una jaula de grillos! Aquí si no acojonas a la gente hasta que
casi le reviente el corazón no escucha ni Cristo. Estáis demasiado
consentidos. Es la sociedad, que os ha hecho débiles a base de daros
comodidades, como en Obélix y Compañía.
Por un lado es bueno, porque de no
estar consentidos no seríais creativos. Pero por otro es malo,
porque creéis que lo sabéis todo. ¡Y no tenéis ni puta idea de
nada! Así que a cerrar vuestro pico de lelos y a hacerme caso a mi,
porque Yo lo mando, El Elegido. ¿Entendido, putitas? Así me gusta.
Que dejéis de cacarear.