martes, 25 de abril de 2017

Audi 100

Burro grande, ande o no ande. Esa es todo una frase. Me gusta como suena.


Mi primo Alejandro, el del pueblo, no el de Madrid, dice mucho esa frase. Tiene un Audi 100. Y es que mi primo Alejandro es como un Audi 100. Grande, muy grande. Es alto y fuerte, pero no de gimnasio, de andar por el monte con los perros. Ese es un cachas que yo respeto. Estar cachas de gimnasio es tramposo. Así cualquiera.

A mi no me verás en el gimnasio más que si coges el Delorean y vuelves a cuando tenía 15 años, porque lo único importante a los 15 años, al menos para mi, era estar guapito para ver si así, por caridad, alguna tenía la delicadeza de fijarse un poco en ti. Hoy no voy ni de chiripa, porque con los años tocarle el chocho a una chavala hasta te da pereza. Si me paga o me lo suplica bueno. Pero por voluntad propia ni hablar.


No te digo que no me guste mirarlas, porque vaya si me gusta, pero eso de follarlas ya me da más pereza. Primero, porque a las que te gusta mirar son jóvenes, y las jóvenes están como las maracas de machín. Las tocas el chocho y hacen bromas, por ejemplo. No paran de hablar. Jijijiji, jajajaja, insoportable. Insoportable. Lo que tendrían que hacer es aceptar resignadas mi comportamiento, sea este vigoroso o descuidado, y nada más. Pero eso se aprende con la edad. Si no, jiji jaja.

Lo que quieres con la edad es que te aguanten, no una chica guapa. Si quiero una chica guapa saco 50 euros del cajero y me voy a una whiskería. Esas son guapas y hablan poco, o por lo menos hablan de lo que tú quieres hablar. Las que son gratis no paran de hablar y lo hacen de cosas que te importan un rábano.


La putada es que, con la edad, ellas quieren lo mismo: que las aguanten. Así que, como siempre, hay que hacer encaje de bolillos: ahora me aguantas tú un rato y luego te aguanto yo a ti otro rato. Y puede que, con magnífica suerte, al final estemos los dos contentos y hasta podamos pasar un buen rato juntos, de felicidad verdadera y sencilla. Pero para ese momento exquisito hay que trabajar. ¡Y como un mulo!

No tengo problemas con trabajar, se me da de perillas. Pero trabajar con una de 22 nanai de la China. Una cosa es trabajar y otra es ser un esclavo. Y de lo de ser un esclavo yo paso, no sé tú.


Puede que tú tengas cierto déficit de hacer el cabra por la vida y, aunque seas tan viejo que da pena, estés deseando irte a tomar copas con tías de 22. ¡Ey, no te juzgo! Lo que te digo es que te has equivocado. Las gilipolleces tenías que haberlas hecho de joven, para quitarte el gusanillo y llegar a viejo siendo venerable, como yo, que si un chocho me da la brasa le suelto un escupitajo y encima se queda tan contenta.

Sin embargo quisiste hacerte el respetable y pasaste de lo de hacer el cabra. ¡Traicionaste a tu pene! Pues normal que ahora tu pene te traicione a ti.