Si vas a comprarte un utilitario
sencillo yo optaría por un Kia. Kia desembarcó en España con un
anuncio protagonizado por Antonio Resines en el que decía “¡Quiá!”.
Ha llovido mucho desde aquello. Imagino
que lo primero que querían hacer era grabar el nombre de una marca
nueva en nuestro mercado. Para eso, si sabes algo de estas cosas, lo
que hay que hacer es repetir, repetir, repetir, repetir. Lo que hago
yo.
Dado que he conocido a tanto millennial
que ya no me caben más en los bolsillos, conozco tanto sus virtudes
como sus defectos. Sus virtudes son evidentes: tienen luz en la
mirada, tienen sueños, nobles objetivos; se visten de forma fina y
en algunos casos incluso elegante, aunque son los más contados.
Tienen voluntad de hacer cosas medianamente positivas para la
generalidad y no sólo piensan en su bienestar pasando por encima del
vecino, cosa que hacen otras razas menos avanzadas.
Sin embargo, también tienen defectos:
son inconsistentes y dispersos. Tienen mucho potencial pero no tienen
una estructura personal que dirija sus energías hacia donde deben
ser dirigidas. Están a uvas. Están demasiado fascinados por sí
mismos, cayendo de forma fatal en la vanidad. Son demasiado
infantiles, aunque ese sea un estadio evolutivo y por tanto
necesario. En resumidas cuentas, un millennial es un buen fichaje
pero de la cantera, necesita ser entrenado.
Como ojeador, he conocido muchos
millennials e incluso he llegado a negociar sus contratos. ¡Cristo
bendito! Piden autenticas millonadas por dar dos patadas al balón.
Creen que el talento lo es todo y que el trabajo duro es para los que
no tienen talento. ¡Qué equivocados están! Por ese motivo, al
final, he fichado poquísimos.
Yo, como Mourinho, valoro más el
trabajo que el talento. A ver, entiéndeme, a alguien con cero
talento ni lo miro. Claro está. Pero dado que sólo miro a los que
tienen talento, de ese saco sólo elijo a los que demuestran
compromiso, capacidad de sacrificio, paciencia. Esos valores que el
millennial medio ve como de abuelo pero que yo entiendo que son
valores claves. Sin eso el talento se desvanece.
Tanto quiero a los millennials que los
trato a patadas. ¡Tibias caricias me parece insultar! Las tibias
caricias son para el que no puede aspirar a un premio mayor que ese.
Y yo quiero un equipo competitivo. Igual me paso, porque eso de la
competitividad ha quedado anticuado. Pero hacer cosas buenas nunca
pasará de moda. Y para hacer cosas buenas se exigen los valores que
demando, inclemente.
Los millennials están en un punto
crucial: o evolucionan de su estadio infantil o quedarán en el
basurero, junto a la raza dominante que les precedió. ¿Ves,
millennial, por qué la constancia es tan crucial? Porque si no nunca
podrás dejar de jugar a que vives en Sexo en Nueva York.
¿No has jugado ya suficiente? ¿Cuándo
te vas a poner a trabajar? Mira que el mercado de fichajes se cierra
en 3, 2, 1...