domingo, 16 de abril de 2017

Santander

¿Por qué hablo de una cosa tan coñazo como un banco? Porque ayer vi una campaña del Santander que me llamo la atención. No, en serio.


Cuando murió Emilio Botín (porque murió, ¿no?) vi en la tele o no sé dónde que su hija tomaba el control del banco. ¡Cosas buenas había en los ojos de esa chica! Bueno, señora: chica-señora. Una chica con los modales de una señora y una señora con la chispa en los ojos de una chica. Ya sabéis, ese combo que todas buscáis pero no es tan fácil, ¿eh, zorras?

Me pareció un buen signo. Y ayer vi no sé dónde (yo no sé dónde veo las cosas, por lo que parece) una campaña cuyo concepto era por cuánto venderías una experiencia que hayas tenido; te damos tanto pero tienes que olvidar esto que has vivido y pasará a ser de nuestra propiedad. ¡Coño! Como la peli indie aquella con tanta pegada pero que hoy se me hace muermo, Eternal Sunshine of the Spotless Mind. No pongo su título en castellano por decencia.


Como concepto se me hace facilón y blablabla porque yo soy la polla y blablabla. Pero aparte de eso, tengo que decir que me parece muy osado para un banco. Y más para el Santander, El Corte Inglés de los bancos. ¡Vaya huevos! Hace pensar en qué vale más, la vida o el dinero. ¿Esto es lo que va diciendo ahora el Santander? Qué tíos.

Bankia con sus anuncios se hace el sueco; no hablan del fiasco que sus movidas nos han costado a todos. Se hace el hipster y te pone anuncios epatantes, para que en tu infantil ensoñación olvides que nos han dado por el ano hasta que hemos sangrado. El Santander, en manos de esta chica que tanto me gusta, nos dice que ha reflexionado un poco sobre la cuestión. No nos pone renta básica pero nos dice que está pensando en la movida. Muy bien.


Me parece una campaña muy de señor, de gente con clase. Hasta ahora yo pensaba que el Santander era el contenedor de cuñados de España. Ahora pienso que igual no. Pienso que ahí dentro igual hay gente que piensa.

Tampoco soy un pies negros de Lavapiés; esos no perdonarán jamás las afrentas cometidas por los bullys ni locos. ¡Ni locos! Pero yo, como me interesa más la pasta que tumbarme al sol en Lavapiés, pongo bien al Santander.


Ey ¿qué quieres? Me gustan las damas. Es lo que más me gusta de todo.

Si tengo un punto débil es ese.