¿Recordáis el anuncio de este coche?
Trataba de un nerd que se llevaba a la chica. La metía en el Twizy y
¡hala! a follársela a casa.
Los nerds vamos de buenas personas,
pero somos tan hijos de puta como todo el mundo. La gente de derechas
es lo que más nos reprocha y yo estoy de acuerdo con ellos. Somos
unos hijos de perra, como ellos. Como cualquiera. La diferencia no es
que nosotros seamos buenos y ellos malos, la diferencia es dónde
radica nuestra fuerza, nada más.
Yo, por ejemplo, sería difícil que me
llevase a una chica en un combate de boxeo. Las reglas del boxeo no
dejan mucho espacio al ingenio. Básicamente el que pega más fuerte
es el que gana. Por eso no me dedico al boxeo, aunque me molaría
practicar, te lo confieso.
Sin embargo si ponemos otras normas
puede que sí me lleve a la chica al final. Si la cosa va de juegos
de ingenio es muy posible que gane yo. Yo soy un liante, un
Illuminati, y si me das unas reglas que permitan liar a la gente me
voy a llevar todo el pastel.
También te digo que a veces me
gustaría ser fuerte y no inteligente. La fuerza no exige paciencia.
Encañonas a alguien con una pistola y le robas el dinero. ¡Ya está!
Yo, por el contrario, me veo obligado a esperar a que el orden
cósmico ponga todo en el sitio que le corresponde. Como Hitman, no
me puedo permitir más que un disparo.
Sí, mi estilo tiene clase, no te lo
voy a negar. Pero ¡joder! cómo cansa tener clase.
Podría ir del palo y echarme flores
hablándote de lo guay que es tener clase. Pero como hacer eso no es
de tener mucha clase, que digamos, te digo lo coñazo que es tener
clase. ¡Qué coñazo! ¡Menudo coñazo!
Tener clase implica respetar a los
demás. Y no hay nada más cansado que eso.
¡Cuánto mejor sería ser un rey
absoluto! Pero no me tocó la lotería.