jueves, 20 de abril de 2017

Dacia Sandero

Mi coche favorito actualmente. Diseño rumano. Lo que oculta el telón.


Dacia Sandero hace lo que yo más admiro: lo justo. Ni más ni menos. Ni lujos ni carencias. Equilibrio feliz.

Entre los expertos en coches Dacia Sandero es muy admirado, porque esa gente ha probado tantos coches que conducir uno que sólo sea un coche y nada más es un lujo inimaginable. Es como comer pan. Una cosa genial.


Dacia Sandero tiene su fortaleza precisamente donde los demás se pierden en laberintos: tiene justo lo que necesitas. Su versión consolera sería una máquina que te permita jugar a todos los juegos del pasado pero que no tiene 4K. Yo, personalmente, no tengo mucho interés todavía en las 4K. Tengo todavía muchas cosas en el zurrón.

Yo estoy de los videojuegos hasta la coronilla, me vuelven loco. Mucha lucecica, mucha lucecica, pero son todos iguales. Sin embargo echarme un Tetris o un Kirby de Game Boy de vez en cuando sí que me gusta. Por el mismo principio me gusta el Sandero.


Por no hablar de la belleza soviética. La belleza soviética es contenida. ¡Esa sí que es una belleza que me gusta! Estoy de pasar por Callao y ver sus Callao City Lights hasta el pepinito. Hoy tener LEDs es como de pobre. El lujo es una tele de tubo.

¿Que si me voy a comprar un Sandero, dices? ¡Lo tengo en mi punto de mira! Sólo necesito hacerme con un par de millones y, con las sobras, me compro un Sandero, que te cuesta 11.000 pavos full equip. Navegador y detalles de color en el salpicadero. Me pongo palote. No, en serio. Me pongo palote. Yo con pocooo... ¡Catapum!


No creerás que voy a gastarme los primeros 11.000 pavos que gane en un coche, ¿no? ¿Me tomas por gilipollas? A mi me funcionan bien las piernas, no sé a ti.

Yo soy como las ratas, no vuelo del nido, lo hago más grande. Así que cuando el nido sea suficientemente grande pensaremos en el Sandero. De momento a pasear y a comer pan, que es lo más sano.