Mi coche favorito actualmente. Diseño
rumano. Lo que oculta el telón.
Dacia Sandero hace lo que yo más
admiro: lo justo. Ni más ni menos. Ni lujos ni carencias. Equilibrio
feliz.
Entre los expertos en coches Dacia
Sandero es muy admirado, porque esa gente ha probado tantos coches
que conducir uno que sólo sea un coche y nada más es un lujo
inimaginable. Es como comer pan. Una cosa genial.
Dacia Sandero tiene su fortaleza
precisamente donde los demás se pierden en laberintos: tiene justo
lo que necesitas. Su versión consolera sería una máquina que te
permita jugar a todos los juegos del pasado pero que no tiene 4K. Yo,
personalmente, no tengo mucho interés todavía en las 4K. Tengo
todavía muchas cosas en el zurrón.
Yo estoy de los videojuegos hasta la
coronilla, me vuelven loco. Mucha lucecica, mucha lucecica, pero son
todos iguales. Sin embargo echarme un Tetris o un Kirby de Game Boy
de vez en cuando sí que me gusta. Por el mismo principio me gusta el
Sandero.
Por no hablar de la belleza soviética.
La belleza soviética es contenida. ¡Esa sí que es una belleza que
me gusta! Estoy de pasar por Callao y ver sus Callao City Lights
hasta el pepinito. Hoy tener LEDs es como de pobre. El lujo es una
tele de tubo.
¿Que si me voy a comprar un Sandero,
dices? ¡Lo tengo en mi punto de mira! Sólo necesito hacerme con un
par de millones y, con las sobras, me compro un Sandero, que te
cuesta 11.000 pavos full equip. Navegador y detalles de color en el
salpicadero. Me pongo palote. No, en serio. Me pongo palote. Yo con
pocooo... ¡Catapum!
No creerás que voy a gastarme los
primeros 11.000 pavos que gane en un coche, ¿no? ¿Me tomas por
gilipollas? A mi me funcionan bien las piernas, no sé a ti.
Yo soy como las ratas, no vuelo del
nido, lo hago más grande. Así que cuando el nido sea
suficientemente grande pensaremos en el Sandero. De momento a pasear
y a comer pan, que es lo más sano.