viernes, 7 de abril de 2017

El negociador

Vaya por Dios. Compro El Negociador y dentro me meten el disco de Negociador. Yo compré una comedia de Eddie Murphy y me dan una de intriga y acción protagonizada por Samuel L. Jackson y Kevin Spacey. Parece una metáfora del mundo. Nosotros compramos una comedia, al menos yo, y nos han vendido una película en la que no se puede confiar en nadie.


No sé si realmente existe el Gran Hermano. No sé si existe esa planta 119 (con clara numerología Illuminati) donde se reúnen los conspiradores que traman intrigas contra el mundo. Pero lo que sí sé es que si esos señores existen no tienen nada que enseñarme. Para aprender a conspirar me ha bastado con vivir en este mundo en los últimos años. Aquí todo el mundo es un potencial enemigo.

Como la cosa se achuchó había que mirar por el pellejo de uno. Así que si había que dar puñaladas, se daban puñaladas. Si había que hacerle la cama a alguien, se le hacía. Esto ha sido una orgía, he hecho y me han hecho de todo. He de reconocer que como experiencia la catalogo de muy buena.


Ahora bien, como forma de vida es horrible. Yo ya no puedo más. No puedo seguir tratando a todo el mundo como a un competidor. Insisto, es una experiencia divertida, pero la montaña rusa también y no me paso la vida subido en una. Aprender a conspirar ha sido lo que nunca pensé que iba a aprender a hacer. Y, cosas de la vida, me lo he pasado bomba.

Como ya habrás detectado, yo de coco ando bien. Y no hay reto más jugoso para un coco lúcido que una trama planetaria. Así que me zambullí en el barro como un cochino en su deliciosa pocilga. ¡Mmmmmmm!


Como todo el mundo se había convertido en un hijo de puta no me ha remordido nada la conciencia. Bueno, claro que sí, pero me aguantaba porque el otro disparó primero.

¿Te pegué un balazo sin querer? Oh, cuánto lo siento. Para la próxima no vayas con un lirio en la mano.


Ey, tómatelo como ha sido: como una locura colectiva en la que parece que el único cuerdo era yo. ¿Preferías que te matase otro antes que tu amigo Juan? No seas llorica, yo no te maté. Te pegué un tiro en la pierna y te eximí de la verdadera batalla. Arrodíllate y dame las gracias. Ah, que ya estás de rodillas, claro. Hazte un torniquete, anda.

Simplemente compramos El Negociador y nos dieron Negociador. Tenías que haber hecho lo que yo, disfrutar de una película que has comprado por sorpresa en vez de ir a reclamar a la tienda, como si fueses un jubilado que no tiene nada mejor que hacer.