Ay, Carmena, ay, Carmena. A acabar con
los fascismos, ay, Carmena, ay, Carmena.
El eslogan de Madrid de Carmena está
bien. La ciudad que quieres, por un lado, significa la que deseas, el
Madrid como tú lo harías, etc. Por otro lado, significa la ciudad
que amas, porque Carmena es muy buena persona y muy cariñosa y sabe
que eso del amor todo lo puede.
Cuando llegó Carmena al ayuntamiento
todo estaba manga por hombro. La mierda se acumulaba en las calles y
aquí nadie hacía nada al respecto. Sin embargo, Carmena ha hecho
una labor de jardinería cuidando Madrid. No sé qué otros talentos
se le deben exigir a un alcalde.
Los políticos así tontos se pirran
por el poder. Las clases bajas, en general, se pirran por el poder.
Como no tienen poder personal alguno es lo que más desean del mundo.
Harían cualquier cosa porque alguien, por fin, les haga caso. Por
tanto remueven Roma con Santiago para alcanzar puestos de influencia,
cosa que a las personas normales ni nos va ni nos viene.
Sin embargo, como a los niños tontos,
no se les puede dejar demasiado sueltos. Al menos, ya no. Ya todos
hemos visto lo que pasa si dejamos a los niños tontos sueltos. Así
que, aunque sólo sea por responsabilidad, las personas normales
hemos de tomar puestos de poder, aunque nos la sude un poco eso del
poder. No es una cuestión de poder, es una cuestión de
responsabilidad.
Admiro mucho a Carmena por tener que
haber lidiado con tanto retrasado mental. En tiempos de paz es
cansadísimo lidiar con retrasados mentales, así que en tiempos de
guerra, cuando los retrasados mentales están crecidos, en su
ceguera, ya es agotador. Hemos de dar gracias a esa señora que no
tiene ambición política alguna porque pusiera su prestigio al
servicio de una causa buena, justa.
La Historia recordará a Carmena como
la alcaldesa punky, la que se la suda todo pero tiene la grandeza de
aguantar a tontos terminales. Aguantar tontos es, con mucha
diferencia, el trabajo más duro del mundo. Debería estar pagado con
oro y diamantes.
Como no queremos que las tragedias
perpetradas por los tontos vuelvan a repetirse, los listos hemos de
hacer una conjura. Para conseguir que no se vuelva a imponer La
Conjura de los Necios hemos de hacer La Conjura de los Listos.
Es tan sencillo como ir dando de lado a
los tontos haciendo como que no te das cuenta. Y así, cuando menos
nos lo esperemos, no tendrán influencia ninguna. Y un mundo libre de
tontos se desplegará voluptuoso. ¿No es bonita mi visión?