Este para mi es un juego zen. Me
repugna, y no sabéis cuánto, que cuando alguien entra en su “etapa
zen” se compre mandalas y un montón de mierdas, que, de verdad,
son una mierda. ¡Son una mierda! ¡Son una mierda! Maldita sea. ¡Son
una mierda!
Tenía que sacar eso fuera de mi. Me
ofende mucho, y por eso estoy tan cabreado, que uno aspire a llegar a
lo alto “haciéndose el elevado”. ¿Qué tiene de malo Le Tour de
France para Xbox 360 frente a tu puto libro de mandalas? No, dime.
¡Dime! ¡Dime, si eres hombre!
Menudo cabreo que tengo con esto. De
verdad. Pero tocho-tocho.
No, mi querido amigo. Tu disfraz de
“persona espiritual” no te hace más “espiritual” que los
demás. En todo caso te hace más “fan de lo espiritual”. ¿Ves?
Eso sí. ¿Pero qué es un fan, más que alguien que querría ser
algo y no puede? ¿No ves que tu disfraz delata que en realidad eres
un lego?
Mira, las “alturas espirituales” no
quieren fans. Vamos, que no digo que los rechacen, lo mismo que Julio
Iglesias no rechaza que le tiren bragas en los conciertos.
Naturalmente que no. Si te tiran bragas, pues oye, te tiran bragas.
Mucho les debes gustar, si te tiran bragas. Vale.
Pero, créeme, comprar libros de
mandalas no te va a hacer más “espiritual”. Si has entendido el
concepto de meditación, cosa que me da que no has entendido de
ninguna de las formas, entenderías fácilmente que se puede meditar
mirando mandalas, claro que sí, o mirando cualquier otra cosa, la
que más te guste a ti. Y no me creo que te gusten tanto esos putos
libros. ¡Si son un coñazo! ¡Son aburridísimos!
“Pero es que tengo que trascender el
pensamiento”. Eeeeeeeeh... No. No tienes que “trascender el
pensamiento”. El pensamiento está ahí, no es algo “a
trascender”. Digamos, si acaso, que te has montado un película en
la cabeza que nada tiene que ver con la realidad. Vale. Eso sí lo
compro. ¡Pero coño, vamos a hablar como personas, no como idiotas
disfrazados de monje! ¿No ves que te estás flipando demasiado con
la forma y no con el fondo? Cometes siempre el mismo error, quedarte
en la superficie. Y es especialmente ofensivo que lo hagas en “temas
espirituales” porque, carajo, estás hablando de lo más grande que
hay. En eso no puedes equivocarte tan alegremente, tan ofensivamente.
Mira, tío, no hay nada “inabarcable”
en eso de la espiritualidad. Es lo más sencillo que hay. ¿Cómo
podría ser de otra manera? Vamos a suponer, por poner un ejemplo,
que vivimos ya en ese mundo “espiritualmente avanzado” con el que
tanto sueñas. ¿Cómo crees que es? ¿Con un millar de pringados
vestidos con túnicas diciéndose “namasté” unos a otros? ¡Por
el puto amor de Dios! Si ese es el “ideal” que tienes en mente
abdico de ese puto ideal. ¡Vaya puta mierda de ideal! ¡Ese es un
mundo por y para gilipollas, joder!
Lo espiritual es la esencia de las
cosas sin estar pervertida por las etiquetas que tú les quieras
poner, a tu capricho. Ya está. Ahí tienes tu “gran verdad” con
la que tanto has suspirado. Y date cuenta, querido botarate, que ese
mundo de gilipollas vestidos con túnicas no es más que una idea
prefabricada de “cómo deben ser las cosas si son espiritualmente
avanzadas”.
Yo espiritualmente soy mazo avanzado.
¿Por qué? Porque no me hago pajas mentales. Fíjate qué fácil es.
Me gustan las bebidas energéticas, no las putas infusiones. Porque
Dios me hizo así, tío. No quiere que beba puto té, quiere que beba
aquello que estoy diseñado para beber: azúcar a saco. Yo trabajo
con la cabeza, estoy todo el día dándole al coco, necesito azúcar,
es mi gasolina. Tú, bebiendo tanto té, lo que estás diciendo en
realidad es “no tengo ni la más putísima idea de quién soy,
tengo un cacao en la cabeza bárbaro, así que voy a disfrazarme de
persona que sí sabe quién es”. Guau. Tu locura es la que más me
espanta de todas las locuras, y mira que hay locuras espantosas.
No te molestes si me ofendo con tu
impostura. Me ofendo con todas las imposturas. Pero la tuya es la más
flagrante de todas porque eres el peor de todos los impostores: el
que tiene la bajeza, la osadía, la desvergüenza, de mirar a los
demás por encima del hombro. “Es que yo bebo té, por lo tanto es
evidente que estoy más cerca de Dios que tú”. ¡Espantoso
botarate! ¡Repugnante memo! ¡Da gracias que Dios tiene bastante más
sentido del humor que yo, porque si no te fulminaría con un rayo
como yo estoy deseando hacer!
Le Tour de France 2012 es un juego zen.
Porque apenas hay que hacer nada. Lo pones, dejas apretado A y el
ciclista da pedal. Ya está. Echas la tarde tan ricamente. Ves pasar
las vaquitas, el horizonte va cambiando... ¡Ah, qué tranquilidad!
Y tú ahí mirando mandalas.
Jajajajajaja. Eres gilipollas.