sábado, 20 de agosto de 2016

Le Tour de France 2012


Este para mi es un juego zen. Me repugna, y no sabéis cuánto, que cuando alguien entra en su “etapa zen” se compre mandalas y un montón de mierdas, que, de verdad, son una mierda. ¡Son una mierda! ¡Son una mierda! Maldita sea. ¡Son una mierda!


Tenía que sacar eso fuera de mi. Me ofende mucho, y por eso estoy tan cabreado, que uno aspire a llegar a lo alto “haciéndose el elevado”. ¿Qué tiene de malo Le Tour de France para Xbox 360 frente a tu puto libro de mandalas? No, dime. ¡Dime! ¡Dime, si eres hombre!

Menudo cabreo que tengo con esto. De verdad. Pero tocho-tocho.


No, mi querido amigo. Tu disfraz de “persona espiritual” no te hace más “espiritual” que los demás. En todo caso te hace más “fan de lo espiritual”. ¿Ves? Eso sí. ¿Pero qué es un fan, más que alguien que querría ser algo y no puede? ¿No ves que tu disfraz delata que en realidad eres un lego?

Mira, las “alturas espirituales” no quieren fans. Vamos, que no digo que los rechacen, lo mismo que Julio Iglesias no rechaza que le tiren bragas en los conciertos. Naturalmente que no. Si te tiran bragas, pues oye, te tiran bragas. Mucho les debes gustar, si te tiran bragas. Vale.


Pero, créeme, comprar libros de mandalas no te va a hacer más “espiritual”. Si has entendido el concepto de meditación, cosa que me da que no has entendido de ninguna de las formas, entenderías fácilmente que se puede meditar mirando mandalas, claro que sí, o mirando cualquier otra cosa, la que más te guste a ti. Y no me creo que te gusten tanto esos putos libros. ¡Si son un coñazo! ¡Son aburridísimos!

“Pero es que tengo que trascender el pensamiento”. Eeeeeeeeh... No. No tienes que “trascender el pensamiento”. El pensamiento está ahí, no es algo “a trascender”. Digamos, si acaso, que te has montado un película en la cabeza que nada tiene que ver con la realidad. Vale. Eso sí lo compro. ¡Pero coño, vamos a hablar como personas, no como idiotas disfrazados de monje! ¿No ves que te estás flipando demasiado con la forma y no con el fondo? Cometes siempre el mismo error, quedarte en la superficie. Y es especialmente ofensivo que lo hagas en “temas espirituales” porque, carajo, estás hablando de lo más grande que hay. En eso no puedes equivocarte tan alegremente, tan ofensivamente.


Mira, tío, no hay nada “inabarcable” en eso de la espiritualidad. Es lo más sencillo que hay. ¿Cómo podría ser de otra manera? Vamos a suponer, por poner un ejemplo, que vivimos ya en ese mundo “espiritualmente avanzado” con el que tanto sueñas. ¿Cómo crees que es? ¿Con un millar de pringados vestidos con túnicas diciéndose “namasté” unos a otros? ¡Por el puto amor de Dios! Si ese es el “ideal” que tienes en mente abdico de ese puto ideal. ¡Vaya puta mierda de ideal! ¡Ese es un mundo por y para gilipollas, joder!

Lo espiritual es la esencia de las cosas sin estar pervertida por las etiquetas que tú les quieras poner, a tu capricho. Ya está. Ahí tienes tu “gran verdad” con la que tanto has suspirado. Y date cuenta, querido botarate, que ese mundo de gilipollas vestidos con túnicas no es más que una idea prefabricada de “cómo deben ser las cosas si son espiritualmente avanzadas”.


Yo espiritualmente soy mazo avanzado. ¿Por qué? Porque no me hago pajas mentales. Fíjate qué fácil es. Me gustan las bebidas energéticas, no las putas infusiones. Porque Dios me hizo así, tío. No quiere que beba puto té, quiere que beba aquello que estoy diseñado para beber: azúcar a saco. Yo trabajo con la cabeza, estoy todo el día dándole al coco, necesito azúcar, es mi gasolina. Tú, bebiendo tanto té, lo que estás diciendo en realidad es “no tengo ni la más putísima idea de quién soy, tengo un cacao en la cabeza bárbaro, así que voy a disfrazarme de persona que sí sabe quién es”. Guau. Tu locura es la que más me espanta de todas las locuras, y mira que hay locuras espantosas.

No te molestes si me ofendo con tu impostura. Me ofendo con todas las imposturas. Pero la tuya es la más flagrante de todas porque eres el peor de todos los impostores: el que tiene la bajeza, la osadía, la desvergüenza, de mirar a los demás por encima del hombro. “Es que yo bebo té, por lo tanto es evidente que estoy más cerca de Dios que tú”. ¡Espantoso botarate! ¡Repugnante memo! ¡Da gracias que Dios tiene bastante más sentido del humor que yo, porque si no te fulminaría con un rayo como yo estoy deseando hacer!


Le Tour de France 2012 es un juego zen. Porque apenas hay que hacer nada. Lo pones, dejas apretado A y el ciclista da pedal. Ya está. Echas la tarde tan ricamente. Ves pasar las vaquitas, el horizonte va cambiando... ¡Ah, qué tranquilidad!

Y tú ahí mirando mandalas. Jajajajajaja. Eres gilipollas.