Un Street Fighter con espadas. Queremos
hacer un Street Fighter pero que no cante que somos unos copiotas de
mierda. ¿Qué hacemos? Pues con espadas.
Pues eso es Soulcalibur. A mi, chico,
nunca me ha gustado mucho. Para Street Fighter con espadas prefiero
de largo Samurai Shodown o Samurai Spirits, según de dónde seas.
Para mi ese es el mejor juego de SNK de largo. Mira que SNK para mi
está sobrevalorada, pero con Samurai Shodown es que me quito el
sombrero. Bueno, déjate, que eso es como muy de “adulto”. ¡Con
Samurai Shodown me corro de gusto! ¡Bueno, bueno, pero cómo mola,
tronco!
Eso ya está mejor.
Namco es una compañía muy fina. No
sé, es como el café solo. Algo muy señor. No te va a enredar con
dulces sabores, es una especie de artesano zapatero de Córdoba al
que le llegan pedidos de Boston. Sólo cuero de las mejores vacas.
Capcom es como la Coca-Cola, que le gusta a todo el mundo, y eso está
muy bien, vamos, requetebien. Pero Namco es un señor viejo que sabe
cómo hacer las cosas, da las puntadas con sus manos que son
sarmientos y prescinde de máquina de coser.
Sí, supongo que si yo me quiero
parecer a alguien es a Namco. Mejor todavía, me temo que estoy
destinado a parecerme a Namco. Qué le vamos a hacer. Cada uno es
como es. No se puede luchar contra el destino.
Pero como ya sabemos uno admira a los
que son diferentes a él, por eso yo admiro a Capcom. ¡Dios mío,
qué efervescente! ¡Cómo mola! ¡Capcom sí que mola! Sí, mis
zapatos son los mejores del mundo, no te voy a decir que no. No vas a
encontrar unos zapatos mejores, garantía de calidad. ¡Pero, carajo,
esas Nike son APABULLANTES! ¡Todo fosforito! ¡Todo techno-mohlon!
¡Atiza! ¡Se me ponen los ojos chiribitas!
La sociedad está destinada a
cohesionarse porque todos somos engranajes de la misma maquinaria.
Nos atraemos como imanes de distinta polaridad. ¿Para qué quiero yo
un notarrón que sea igual que yo? ¡Dios mío, yo ya soy
suficientemente listo! ¡No necesito otro cerebro de 5 quintales a mi
lado! ¡Nos chocarían las cabezas!
El artesano zapatero no está casado
con una artesana zapatera. Ese matrimonio está destinado al fracaso.
Bueno, a no ser que ninguno de los dos sea realmente bueno y se
necesiten el uno al otro, para crecer en calidad. El artesano
zapatero está casado con la cariñosa ama de casa que le hace
descansar de sus tribulaciones artísticas. ¡Ah, esa puntada no me
ha quedado lo suficientemente milimétrica! ¡Cariño, qué desastre!
¡Qué desastre! Me estoy viniendo abajo.
Ven aquí, tonto. Y te da teta.
Y así los zapatos crecen en calidad
día a día, porque todo el mundo sabe que el ingrediente secreto de
unos buenos zapatos es teta. Lo sabe todo el mundo. ¿Tú no lo
sabías? Pues ya te lo digo yo.
En Namco es evidente que hay mucha teta
detrás. Todos los juegos tienen esa rudeza propia de los hombres a
la antigua. Todo el más rocoso que plástico, los juegos son
incontestables. Te gustarán más o menos, como a mi Soulcalibur,
pero son incontestables. ¿Qué pero le vas a poner a Namco? Ninguno.
Quedarías de gilipollitas, de envidioso. Vamos, de lo que eres, si
le pones un pero a Namco.
En Soulcalibur yo no gano como gano a
Street Fighter, que juego como haciendo skate. En Soulcalibur yo gano
aplastando, arrinconando al rival y no dándole ni un respiro.
Dejándolo sin aire. En Soulcalibur se gana por asfixia, como las
guerras que merecen la pena ser luchadas.
Si alguna vez me veo metido en una
pelea jodida yo lo tengo claro: las manos al cuello y a apretar hasta
que muera. No, lo siento, aquí no estamos para ver quién hace más
posturitas. Aquí estamos para ver quién gana, porque si ganas tú
todo lo mío se va a la mierda. Así que lo siento, caballero, pero
así han de ser las cosas. Le pido disculpas con lágrimas en los
ojos mientras su alma abandona su cuerpo mortal.
Una sencilla oración y pa casa, a por
teta. ¡Teta! ¡Teta!