Uy, qué motor gráfico. No me acuerdo
cómo se llama ahora pero, uy, qué motor gráfico. Cuánta potencia.
La gracia de este juego es que puedes
destruir prácticamente todo tu entorno. Ves una estructura de metal,
pum, te la cargas y se rompe en cachos que tienen entidad por sí
mismos. Y encima hay un arma que, si le das, hace que las cosas se
reconstruyan. Supongo que con este sistema se plantean puzzles y
rollos así, no sé, tampoco he avanzado mucho a este puto juego.
Y no he avanzado por lo de siempre: el
motor gráfico es potentísimo pero, oh, sorpresa, no mola. ¿Cuándo
la gente se va a enterar de que lo importante es molar? ¿Cuántas
veces lo tengo que decir? ¿Creerán que no soy serio porque uso
palabras llanas, las mismas que usaba Jesús para hablar con las
sucias e ignorantes gentes de Galilea? ¿No entienden que mi mensaje
no es que sea superficial, sino que uso palabras sencillas para que
sea capaz de entenderlo incluso el más tonto de todos vosotros?
Tú, sí, tú, sí.
Tienes que entender qué es molar.
Tienes que sentirlo dentro. Esas cosquillitas. Esa sensación tan
guay, tan de niño. Esa ausencia de miedo porque te estás
divirtiendo. Eso es molar.
Como quizás ya estés adivinando,
molar no tiene que ver con revistas tipo Neo2, tiene que ver con la
eternidad, ya que la eternidad es la ausencia de miedo. El miedo es
una emoción relacionada con lo terreno porque ¡caray! qué cosas
pasan en el mundo. Los animales se comen unos a otros, las raíces de
las plantas se estrangulan unas a otras por un trozo de terreno...
¡Rayos! ¡Menudo puto sitio al que nos has tirado, Dios Padre!
¡Querrás encima que no vivamos acojonados! ¿No?
Por tanto el camino hacia la eternidad
pasa, si es que no lo es en sí mismo, por molar. No, no seas
absurdo, lo eterno no tiene nada que ver con aburrirse en una iglesia
hasta que te entren ganas de llorar del aburrimiento. Eso, bueno,
puede que sirva para enderezar salvajes que si no los tienes
sometidos se matarían unos a los otros sin ningún tipo de
remordimiento, pero una vez adiestrados aunque sea un poco en la
senda de lo correcto tienes que dejarles salir de ese coñazo.
Molar es diversión sin culpa. Puede
que sea divertido coger al débil de la tribu, bañarlo en un barril
de brea y recubrirlo con plumas, yo no te digo que no, pero eso en
cuanto desarrolles ciertas facultades elevadas te va a hacer sentir
infame. Así que hay que buscar otro camino, uno más limpio, más
eficiente.
Dibujar, por ejemplo, mola. No sé, yo
hablo por mi. Supongo que para el que le guste cocinar hacer cupcakes
tiene que ser la hostia de molón. Bueno, vale, te acepto eso. A mi
los cupcakes me parecen demasiado de chica y las chicas, como todos
los chicos sabemos, son tontas, pero ei, vale. Acepto eso.
Buscar cosas que molen mola. Rebuscar
en tiendas de segunda mano a ver qué cachiperres encuentras mola. De
pequeños en mi pueblo nos dio por coleccionar cajetillas de tabaco
(sin fumar ni nada) y ¡hostia! ¡Cómo molaba aquello! ¡Pasábamos
los días enteros buscando cajetas nuevas! ¡Íbamos por el arcén de
la carretera hasta el pueblo del al lado buscando cajetas nuevas que
en nuestro pueblo no hubiese! ¡Aquello molaba millas!
Cuando haces cosas que molan entras en
la velocidad de la luz, esa dimensión por la que se accede a la
eternidad. Si a lo que te dedicas es, pongamos por caso, a echar
ancianos de sus casas para ganar 20 euros de más, no sólo eres un
hijo de la grandísima puta por razones evidentes, sino que estás
lastrando a la humanidad entera en su camino hacia la eternidad. Será
en ese momento en el que la humanidad esté más centrada en
actividades molonas en vez de en actividades violentas cuando llegará
a abrir la puerta hacia la vida eterna. No, no en plan teoría o
poesía. Vida eterna, no morirte nunca.
Coño, si no picas con este cebo yo no
sé qué ponerte ya.
Las actividades violentas, aquellas que
provocan emociones de baja categoría, son las que desgastan el
vehículo físico que es nuestro cuerpo de carne. Si tu trabajo
consiste en provocar estas emociones no sólo eres un hijo de puta,
como hemos aclarado, sino que además eres un traidor a la raza
porque lastras su camino hacia lo elevado.
No, no me cuentes cuentos. Tú sobras.
Si te dejamos seguir con nosotros nos vamos a matar todos. Y, para
matarnos todos, es mejor que se mate sólo el hijo de puta, que
además se lo merece.
No te engañes, echar ancianos de sus
casas no mola. Porque te da pena, porque te enciende la sangre,
porque te pones a llorar. Todo eso que te aleja de la eternidad.
Echar ancianos de sus casas te aleja de la vida y te acerca a la
muerte. Peor, nos acerca a todos.
Así que... En fin. No se lo tome como
nada personal, señor echador de ancianos, pero es que le vamos a
tirar del barco al mar. Y, como usted dice, no es nada personal. Sólo
negocios.
Lo que pasa es que nuestro negocio es
estar vivos siempre. Y, como comprenderá, mi buen amigo, mi sucio
cerdo, usted interfiere con nuestros planes. Lo mismo que aquel
anciano interfería con los suyos.
No, no, nada personal. Sólo negocios.